Page 16 - Un-mundo-feliz-Huxley
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retrocedió  dos  pasos  en  la  hilera  e  inició  el  mismo  proceso  en  la  bomba  del
                  frasco siguiente.
                        —Está  reduciendo  el  número  de  revoluciones  por  minuto  —explicó  Mr.
                  Foster—.  El  sucedáneo  circula  más  despacio;  por  consiguiente,  pasa  por  el
                  pulmón a intervalos más largos; por tanto, aporta menos oxígeno al  embrión.
                  No  hay  nada  como  la  escasez  de  oxígeno  para  mantener  a  un  embrión  por
                  debajo de lo normal.
                        Y volvió a frotarse las manos.
                        —¿Y para qué quieren mantener a un embrión por debajo de lo normal? —
                  preguntó un estudiante ingenuo.
                        —¡Estúpido! —exclamó el director, rompiendo un largo silencio—. ¿No se
                  le  ha  ocurrido  pensar  que  un  embrión  de  Epsilon  debe  tener  un  ambiente
                  Epsilon y una herencia Epsilon también?
                        Evidentemente, no se le había ocurrido. Quedó abochornado.
                        —Cuanto más baja es la casta —dijo Mr. Foster—, menos debe escasear el
                  oxígeno.  El  primer  órgano  afectado  es  el  cerebro.  Después  el  esqueleto.  Al
                  setenta  por  ciento  del  oxígeno  normal  se  consiguen  enanos.  A  menos  del
                  setenta, monstruos sin ojos. Que no sirven para nada —concluyó Mr. Foster—.
                  En  cambio  (y  su  voz  adquirió  un  tono  confidencial  y  excitado),  si  lograran
                  descubrir una técnica para abreviar el período de maduración, ¡qué gran triunfo,
                  qué gran beneficio para la sociedad! Consideren si no al caballo.
                        Todos lo consideraron.
                        —El caballo alcanza la madurez a los siete años; el elefante, a los diez. En
                  tanto que el hombre, a los trece años aún no está sexualmente maduro, y sólo a
                  los veinte alcanza el pleno conocimiento. De ahí la inteligencia humana, fruto de
                  este  desarrollo  retardado.  Pero  en  los  Epsilones  —dijo  Mr.  Foster,  muy
                  acertadamente— no necesitamos inteligencia humana.
                        No  la  necesitaban,  y  no  la  «fabricaban».  Pero,  aunque  la  mente  de  un
                  Epsilon alcanzaba la madurez a los diez años, el cuerpo del Epsilon no era apto
                  para  el  trabajo  hasta  los  dieciocho.  Largos  años  de  inmadurez  superflua  y
                  perdida.  Si  el  desarrollo  físico  pudiera  acelerarse  hasta  que  fuera  tan  rápido,
                  digamos, como el de una vaca, ¡qué enorme ahorro para la comunidad!
                        —¡Enorme! —murmuraron los estudiantes.
                        El entusiasmo de Mr. Foster era contagioso.
                        Después  se  puso  más  técnico;  habló  de  una  coordinación  endocrina
                  anormal  que  era  la  causa  de  que  los  hombres  crecieran  tan  lentamente,  y
                  sostuvo  que  esta  anormalidad  se  debía  a  una  mutación  germinal.  ¿Cabía
                  destruir  los  efectos  de  esta  mutación  germinal?  ¿Cabía  devolver  al  individuo
                  Epsilon, mediante una técnica adecuada, a la normalidad de los perros y de las
                  vacas? Éste era el problema.
                        Pilkinton, en Mombasa, había producido individuos sexualmente maduros
                  a  los  cuatro  años  y  completamente  crecidos  a  los  seis  y  medio.  Un  triunfo
                  científico. Pero socialmente inútil. Los hombres y las mujeres de seis años eran
                  demasiado estúpidos, incluso para realizar el trabajo de un Epsilon. Y el método
                  era  de  los  del  tipo  todo  o  nada;  o  no  se  lograba  modificación  alguna,  o  tal
                  modificación era en todos los sentidos. Todavía estaban luchando por encontrar
                  el  compromiso  ideal  entre  adultos  de  veinte  años  y  adultos  de  seis.  Y  hasta
                  entonces sin éxito.
                        Su  ronda  a  través  de  la  luz  crepuscular  escarlata  les  había  llevado  a  las
                  proximidades del metro 170 del Estante 9. A partir de aquel punto, el Estante 9
                  estaba cerrado, y los frascos realizaban el resto de su viaje en el interior de una
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