Page 73 - El Príncipe
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Capítulo
De los secretarios del príncipe
No es punto carente de importancia la elección de los ministros, que será
buena o mala según la cordura del príncipe. La primera opinión que se tiene
del juicio de un príncipe se funda en los hombres que lo rodean: si son
capaces y fieles, podrá reputárselo por sabio, pues supo hallarlos capaces y
mantenerlos fieles; pero cuando no lo son, no podrá considerarse prudente a
un príncipe que el primer error que comete lo comete en esta elección.
No había nadie que, al saber que Antonio da Venafro era ministro de
Pandolfo Petrucci, príncipe de Siena, no juzgase hombre muy inteligente a
Pandolfo por tener por ministro a quien tenía. Pues hay tres clases de
cerebros: el primero discierne por sí; el segundo entiende lo que los otros
disciernen, y el tercero no discierne ni entiende lo que los otros disciernen.
El primero es excelente, el segundo bueno y el tercero inútil. Era, pues,
absolutamente indispensable que, si Pandolfo no se hallaba en el primer
caso, se hallase en el segundo. Porque con tal que un príncipe tenga el
suficiente discernimiento para darse cuenta de lo bueno o malo que hace y
dice, reconocerá, aunque de por sí no las descubra, cuáles son las obras
buenas y cuáles las malas de un ministro, y podrá corregir éstas y elogiar las
otras; y el ministro, que no podrá confiar en engañarlo, se conservará
honesto y fiel.
Para conocer a un ministro hay un modo que no falla nunca. Cuando se
ve que un ministro piensa más en él que en uno y que en todo no busca sino
su provecho, estamos en presencia de un ministro que nunca será bueno y
en quien el príncipe nunca podrá confiar. Porque el que tiene en sus manos
el Estado de otro jamás debe pensar en sí mismo, sino en el príncipe, y no
recordarle sino las cosas que pertenezcan a él. Por su parte, el príncipe, para
mantenerlo constante en su fidelidad, debe pensar en el ministro. Debe
honrarlo, enriquecerlo y colmarlo de cargos, de manera que comprenda que
no puede estar sin él, y que los muchos honores no le hagan desear más