Page 61 - El Príncipe
P. 61

príncipes de hoy sólo tienen que luchar contra la ambición de los nobles y
                la  violencia  de  los  pueblos,  los  emperadores  romanos  tenían  que  hacer
                frente  a  una  tercera  dificultad:  la  codicia  y  la  crueldad  de  sus  soldados,

                motivo de la ruina de muchos. Porque era difícil dejar a la vez satisfechos a
                los soldados y al pueblo, pues en tanto que el pueblo amaba la paz y a los
                príncipes  sosegados,  las  tropas  preferían  a  los  príncipes  belicosos,
                violentos, crueles y rapaces, y mucho más si lo eran contra el pueblo, ya
                que así duplicaban la ganancia y tenían ocasión de deshogar su codicia y su
                perversidad.  Esto  explica  por  qué  los  emperadores  que  carecían  de
                autoridad suficiente para contener a unos y a los otros siempre fracasaban; y

                explica también por qué la mayoría, y sobre todo los que subían al trono por
                herencia, una vez conocida la imposibilidad de dejar satisfechas a ambas
                partes, se decidían por los soldados, sin importarles pisotear al pueblo. Era
                el partido lógico: cuando el príncipe no puede evitar ser odiado por una de
                las dos partes, debe inclinarse hacia el grupo más numeroso, y cuando esto
                no es posible, inclinarse hacia el más fuerte. De ahí que los emperadores -

                que  al  serlo  por  razones  ajenas  al  derecho  tenían  necesidad  de  apoyos
                extraordinarios buscasen contentar a los soldados antes que al pueblo; lo
                cual, sin embargo, podía resultarles ventajoso o no según que supiesen o no
                ganarse  y  conservar  su  respeto.  Por  tales  motivos,  Marco,  Pertinax  y
                Alejandro,  a  pesar  de  su  vida  moderada,  a  pesar  de  ser  amantes  de  la
                justicia,  enemigos  de,  la  crueldad,  humanitarios  y  benévolos,  tuvieron
                todos, salvo Marco, triste fin. Y Marco vivió y murió amado gracias a que

                llegó  al  trono  por  derecho  de  herencia,  sin  debérselo  al  pueblo  ni  a  los
                soldados., y a que, como estaba adornado de muchas virtudes que lo hacían
                venerable, tuvo siempre, mientras vivió, sometidos a unos y a otros a su
                voluntad,  y  nunca  fue  odiado  ni  despreciado.  Pero  Pertinax  fue  hecho
                emperador contra el parecer de los soldados, que, acostumbrados a vivir en
                la mayor licencia bajo Cómodo, no podían tolerar la vida virtuosa que aquél

                pretendía imponerles; y por esto fue odiado. Y como al odio se agregó al
                desprecio que inspiraba su vejez, pereció en los comienzos mismos de su
                reinado.
                   Y aquí se debe señalar que el odio se gana tanto con las buenas acciones
                como con las perversas, por cuyo motivo, como dije antes, un príncipe que
                quiere  conservar  el  poder  es  a  menudo  forzado  a  no  ser  bueno,  porque
                cuando aquel grupo,  ya sea pueblo, soldados o  nobles, del que tú juzgas

                tener  necesidad  para  mantenerte,  está  corrompido,  te  conviene  seguir  su
   56   57   58   59   60   61   62   63   64   65   66