Page 54 - El Príncipe
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demás virtudes no le habrían bastado puede verse en Escipión —hombre de
condiciones poco comunes, no sólo dentro de su boca, sino dentro de toda
la historia de la humanidad—, cuyos ejércitos se rebelaron en España. Lo
cual se produjo por culpa de su excesiva clemencia, que había dado a sus
soldados más licencia de la que a la disciplina militar convenía. Falta que
Fabio Máxirno le reprochó en el Senado, llamándolo corruptor de la milicia
romana. Los locrios, habiendo sido ultrajados por un enviado de Escipión,
no fueron desagraviados por éste ni la insolencia del primero fue castigada
naciendo todo de aquel su blando carácter. Y a tal extremo, que alguien que
lo quiso justificar ante el Senado dijo que pertenecía a la clase de hombres
que saben mejor no equivocarse que enmendar las equivocaciones ajenas.
Este carácter, con el tiempo habría acabado por empañar su fama y su
honor, a haber llegado Escipión al mando absoluto; pero como estaba bajo
las órdenes del Senado, no sólo quedó escondida esta mala cualidad suya,
sino que se convirtió en su gloria.
Volviendo a la cuestión de ser amado o temido, concluyo que, como el
amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del
príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno,
pero, como he dicho, tratando siempre de evitar el odio.