Page 17 - El Príncipe
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florentino. Pero cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a
vivir bajo un príncipe, y por la extinción de éste y su linaje queda vacante el
gobierno, como por un lado los habitantes están habituados a obedecer y
por otro no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno de
entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden a
tomar las armas contra el invasor, un príncipe puede fácilmente
conquistarlas y retenerlas. En las repúblicas, en cambio, hay más vida, más
odio, más ansias de venganza. El recuerdo de su antigua libertad no les
concede, no puede concederles un solo momento de reposo. Hasta tal punto
que el mejor camino es destruirlas o radicarse en ellas.