Page 13 - El Príncipe
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                Capítulo


                Por qué el reino de Darío, ocupado por Alejandro,

                no se sublevó contra los sucesores de éste, después

                de su muerte



                Consideradas  las  dificultades  que  encierra  el  conservar  un  Estado
                recientemente adquirido, alguien podría preguntarse con asombro a qué se
                debe que, hecho Alejandro Magno dueño de Asia en pocos años y muerto

                apenas ocupada, sus sucesores, en circunstancias en que hubiese sido muy
                natural  que  el  Estado  se  rebelase,  lo  retuvieron  en  sus  manos  sin  otros
                obstáculos  que  los  que  por  ambición  surgieron  entre  ellos.  Contesto  que
                todos los principados de que se guarda memoria han sido gobernados de
                dos modos distintos: o por un príncipe que elige de entre sus siervos, que lo
                son  todos,  los  ministros  que  lo  ayudarán  a  gobernar,  o  por  un  príncipe

                asistido por nobles que, no a la gracia del señor, sino a la antigüedad de su
                linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen Estados y súbditos
                propios,  que  los  reconocen  por  señores  y  les  tienen  natural  afección.
                Mientras  que,  en  los  Estados  gobernados  por  un  príncipe  asistido  por
                siervos, el príncipe goza de mayor autoridad: porque en toda la provincia no
                se reconoce soberano sino a él, y si se obedece a otro, a quien además no se
                tiene  particular  amor,  sólo  se  lo  hace  por  tratarse  de  un  ministro  y

                magistrado del príncipe. Los ejemplos de estas dos clases de gobierno se
                hallan hoy en el Turco y en el rey de Francia. Toda Turquía está gobernada
                por un solo señor, del cual los demás habitantes son siervos; un señor que
                divide su reino en sanjacados, nombra sus administradores y los cambia y
                reemplaza a su antojo. En cambio, el rey de Francia está rodeado por una
                multitud  de  antiguos  nobles  que  tienen  sus  prerrogativas,  que  son

                reconocidos y amados por sus súbditos y que son dueños de un Estado que
                el rey no puede arrebatarles sin exponerse. Así, si se examina uno y otro
                gobierno, se verá que hay, en efecto, dificultad para conquistar el Estado del
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