Page 11 - Tokio Blues - 3ro Medio
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no le preocupaba a nadie y fui yo el único que reparó en ello. Y a mí, en realidad, sólo se me pasó
una vez por la cabeza, y no tuve ganas de llevar las cosas más lejos.
Las habitaciones se distribuían de la siguiente manera: las dobles para los estudiantes de
primero y segundo; las individuales para los de tercero y cuarto curso. Las habitaciones dobles
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tenían una superficie de seis tatami , si bien la forma era un poco más estrecha y alargada de lo
habitual. En la pared del fondo había una ventana con el marco de aluminio y, frente a la ventana,
dos mesas y dos sillas, espalda contra espalda, para facilitar el estudio. A la izquierda de la
puerta, una litera de hierro de dos pisos. Todos los muebles eran austeros y resistentes. Aparte de
las mesas y la litera, había una mesita baja y una estantería empotrada. Por más buenos ojos con
que la miraras, la estancia no tenía nada de poético. En los estantes de la mayoría de habitaciones
se alineaban transistores, secadores del pelo, cafeteras y hervidores eléctricos, café instantáneo,
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bolsitas de té, terrones de azúcar, ollas y vajilla sencilla para preparar raamen instantáneo. En las
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paredes de yeso, pin-ups del Heibon Panchi o pósters, arrancados de alguna parte, de películas
porno. En una de las paredes habían pegado, en broma, la fotografía de dos cerdos copulando,
pero ésa era una excepción, pues lo que colgaba de la mayoría de las paredes eran fotos de
mujeres desnudas y de jóvenes cantantes y actrices. Encima de la mesa se alineaban manuales,
diccionarios y novelas.
Al ser habitaciones masculinas, solían estar muy sucias. En el fondo de las papeleras había
pegadas pieles de mandarinas enmohecidas, y las latas vacías que hacían las veces de ceniceros
estaban atiborradas, hasta una altura de unos diez centímetros, de colillas que, cuando humeaban,
apagábamos echándoles café o cerveza, por lo que despedían un asfixiante olor agrio. Todos los
utensilios de cocina estaban ennegrecidos y tenían pegados restos de comida de dudosa
procedencia, y el suelo estaba sembrado de envoltorios de celofán de raamen instantáneo,
botellas de cerveza vacías, tapas..., un poco de todo. A nadie se le ocurría tomar una escoba,
barrer la porquería, recogerla con la pala y tirarla a la papelera. Las ráfagas de aire levantaban
nubes de polvo del suelo. Todas las habitaciones despedían un hedor nauseabundo, distinto en
cada habitación, aunque los componentes eran exactamente los mismos: sudor, olor corporal y
basura. Todos arrojábamos la ropa sucia debajo de la cama y, como a nadie se le ocurría airear
los futones a menudo, éstos estaban completamente empapados en sudor y apestaban sin
remedio. Que un caos de tal magnitud no originara una epidemia letal es algo que aún hoy sigue
extrañándome.
Mi habitación, por el contrario, estaba limpia como una patena. No había ni una mota de
polvo en el suelo, ni vaho que empañara el cristal de las ventanas; los futones se tendían al sol
una vez por semana, los lápices estaban colocados dentro de su bote, las cortinas se lavaban cada
mes. Y es que mi compañero de habitación era patológicamente limpio. En una ocasión les conté
a los chicos de las otras habitaciones: «El tío incluso lava las cortinas», pero no me creyeron.
Nadie sabía que las cortinas tuvieran que lavarse de vez en cuando. Todos pensaban que era algo
que siempre había colgado de las ventanas.
«Es un anormal», decían. Y, empezaron a llamarlo Nazi o Tropa-de-Asalto.
Ni siquiera teníamos pin-ups. De nuestra pared colgaba la imagen de un canal de Amsterdam.
Cuando intenté pegar el póster de una mujer desnuda, mi compañero me espetó: «Wat-wat-anabe.
A mí, no me gus-gustan esas co-cosas», lo arrancó y pegó el póster del canal. Puesto que yo no
suspiraba por tener una mujer desnuda colgando de la pared, no protesté. Todos los que venían a
nuestra habitación decían: «¿Pero esto qué es?». Alguna vez comenté: «Tropa-de-Asalto se
2 Seis tatami (roku-jo) equivalen a 9,9 metros cuadrados. (N. de la T.)
3 Fideos chinos. (N. de la T.)
4 Nombre de una revista masculina dirigida a un público joven. (N. de la T.)