Page 7 - Tokio Blues - 3ro Medio
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—Lo siento —dijo Naoko tomándome del brazo cariñosamente. Sacudió varias veces la
cabeza—. No pretendía herirte. No hagas caso de mis palabras, ¿eh? Lo siento muchísimo. Sólo
estaba enfadada conmigo misma.
—Quizás aún no te comprenda —afirmé—. No soy muy inteligente y me cuesta entender las
cosas. Pero, con un poco de tiempo, llegaré a entenderte. Y no habrá nadie en el mundo que te
comprenda mejor que yo.
Nos detuvimos un momento y aguzamos el oído en el silencio que nos envolvía. Con la punta
del zapato hice rodar los restos de las cigarras y unas piñas, contemplé el cielo a través de las
ramas de los pinos. Naoko permanecía absorta con las manos en los bolsillos, sin mirar nada en
concreto.
—Watanabe, ¿me quieres?
—Claro —respondí.
—¿Puedo pedirte dos favores?
—Incluso tres.
Naoko sacudió la cabeza sonriendo.
—Con dos es suficiente. El primero es que te agradezco que vengas a verme. Estoy muy
contenta y me... me ayuda mucho. Quizá no lo parezca, pero es así.
—Volveré a venir —dije—. ¿Y el otro?
—Que te acuerdes de mí. ¿Te acordarás siempre de que existo y de que he estado a tu lado?
—Me acordaré siempre.
Ella prosiguió la marcha sin más, en silencio. La luz del otoño se filtraba a través de las
copas de los árboles y danzaba sobre los hombros de su chaqueta. Volvió a oírse el ladrido del
perro, ahora más cercano. Naoko subió un ligero promontorio parecido a una colina pequeña,
salió del pinar y bajó la suave pendiente a paso ligero. Yo la seguía dos o tres pasos detrás.
—Ven. El pozo puede estar por aquí cerca —le advertí a sus espaldas.
Naoko se detuvo, me sonrió y me tomó del brazo. Recorrimos el resto del camino el uno
junto al otro.
—¿No me olvidarás jamás? —me preguntasen un susurro.
—Jamás te olvidaré. No podría hacerlo.
Pero lo cierto es que mi memoria se ha ido alejando de aquel prado y son ya muchas las cosas
que he olvidado. Al escribir así, persiguiendo mis recuerdos, a menudo me asalta una inseguridad
terrible. ¿No estaré olvidando la parte más importante? ¿Acaso no existe en mi cuerpo una
especie de limbo de la memoria donde todos los recuerdos cruciales van acumulándose y
convirtiéndose en lodo?
Esto es cuanto puedo conseguir por ahora: asir con fuerza dentro de mi pecho unos recuerdos
incompletos que ya han palidecido y siguen palideciendo a cada instante que pasa, y escribir estas
líneas con la desesperación de un hombre que va chupándose la médula de los huesos. Ésta es la
única forma de mantener la promesa que le hice a Naoko.
Tiempo atrás, cuando todavía era joven y mis recuerdos eran mucho más nítidos que ahora,
intenté escribir varias veces sobre Naoko. Pero entonces fui incapaz de escribir una sola línea.
Era consciente de que una vez brotara la primera frase, las restantes fluirían espontáneamente,
pero ésta jamás brotó. Todo era demasiado nítido, y yo nunca supe cómo moldearlo. El mapa más
detallado puede no servirnos en algunas ocasiones por esta misma razón. Pero ahora lo sé. En
definitiva —así lo creo—, lo único que puedo verter en este receptáculo imperfecto que es un
texto son recuerdos imperfectos, pensamientos imperfectos. Y cuanto más ha ido palideciendo el
recuerdo de Naoko, más capaz he sido de comprenderla. Ahora sé por qué me pidió que no la