Page 148 - La Odisea alt.
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regrese y llegue a su morada. Dame entonces un manto y una túnica, buenas
               ropas. Antes, por muy necesitado que esté, no las aceptaría. Porque me resulta
               tan  odioso  como  las  puertas  del  Hades  aquel  que,  cediendo  a  la  pobreza,
               cuenta patrañas.

                   »¡Sépalo ahora Zeus ante los dioses, y la mesa hospitalaria y el hogar del
               intachable Odiseo, al que acudo ahora! Cierto es que todo esto va a cumplirse
               como predigo. Dentro de este mismo año volverá Odiseo aquí, al consumirse

               este mes y presentarse el próximo, regresará a su casa y castigará a todo aquel
               que deshonra a su esposa y su ilustre hijo».

                   Contestándole dijiste tú, porquerizo Eumeo:

                   «Anciano, no voy a darte albricias por la noticia ni Odiseo va a regresar ya
               a  su  casa.  Pero  bebe  tranquilo,  y  pensemos  ahora  en  otra  cosa,  y  no  me
               recuerdes  eso.  Pero,  ¡ay!,  mi  ánimo  en  mi  pecho  se  acongoja  cada  vez  que

               alguien menciona a mi noble amo. Respecto a tu juramento, dejémoslo. ¡Ojalá
               que  Odiseo  regresara  tal  como  lo  deseo  yo,  y  también  Penélope  y  el  viejo
               Laertes  y  Telémaco  semejante  a  los  dioses!  Ahora  de  nuevo  me  apeno  sin
               descanso  por  su  hijo,  el  que  Odiseo  engendró,  por  Telémaco.  Cuando  los
               dioses lo dejaron crecer semejante a un joven árbol, yo me decía que entre los
               hombres no sería en nada inferior a su querido padre, admirable en su figura y
               su belleza. Pero alguno de los inmortales o alguno de los humanos le alteró la

               equilibrada mente, y él partió en busca de noticias sobre su padre a la muy
               divina Pilos. Y los nobles pretendientes van a tenderle una emboscada cuando
               vuelva  a  su  casa,  para  que  desaparezca  sin  nombre  de  Ítaca  la  estirpe  de
               Arcisio  semejante  a  los  dioses.  Pero,  ea,  dejémoslo,  y,  tanto  si  es  apresado
               como si logra escapar, ojalá que extienda sobre él su mano el Crónida.

                   »Así que, venga, cuéntame tú, anciano, tus propios pesares y háblame de

               ellos  sinceramente  para  que  me  entere  del  todo.  ¿Quién  eres  entre  los
               hombres?  ¿Dónde  están  tu  ciudad  y  tus  padres?  ¿En  qué  navío  llegaste?
               ¿Cómo los marineros te trajeron a Ítaca? ¿Quiénes decían ser ellos? Porque
               seguro que no has llegado hasta aquí caminando».

                   Respondiéndole contestaba el muy astuto Odiseo:

                   «Ciertamente yo voy a contarte muy punto por punto todo eso. Ojalá que

               ahora tuviéramos para largo tiempo comida y dulce vino para quedarnos en tu
               cabaña en festivo banquete tranquilos. Y que otros cuidaran de las faenas. Pero
               aun así, incluso en un año entero no me sería fácil referirte de cabo a rabo las
               aflicciones de mi ánimo, todas las penas que yo he sufrido por designio de los
               dioses.

                   »De la anchurosa Creta me jacto de provenir por mi linaje, y soy hijo de un
               hombre rico. Otros muchos hijos también nacieron y se criaron en su mansión,
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