Page 138 - La Odisea alt.
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Ninfas  que  llaman  Náyades.  Hay  en  ella  cráteras  y  ánforas  trabajadas  en
               piedra. Allí suelen también libar su miel las abejas. Y allí están también unos
               grandes telares de piedra, donde las Ninfas tejen sus telas de púrpura marina,
               maravilla de ver. Y unas aguas de perenne fluir. Dos entradas tiene; una de
               cara  al  Bóreas,  accesible  a  los  humanos;  otra,  vuelta  en  cambio  al  Noto,
               reservada a los dioses. Por ésta no entran los hombres, sino que es un camino

               reservado a los inmortales.

                   Por  allá  penetraron  conociendo  el  lugar  ya  de  antes.  La  nave  se  quedó
               varada en la playa hasta la mitad de la quilla, en su avance impetuoso. Tanto
               impulso  le  daban  los  brazos  de  los  remeros.  Desembarcando  del  navío  de
               buenos  bancos  de  remos  a  tierra  firme  transportaron  enseguida  fuera  de  la
               cóncava nave a Odiseo, con su sábana de lino y su espléndido cobertor, y lo

               dejaron allí sobre la arena dominado por el sueño. Luego sacaron las riquezas
               que los magníficos feacios le habían dado cuando regresaba a su hogar gracias
               a la magnánima Atenea. Todos esos regalos los depositaron en montón junto al
               tronco  del  olivo,  a  cierta  distancia  del  camino,  para  que  ningún  viandante
               pasara por allí antes de que despertara Odiseo y los robara.

                   Ellos  se  partían  de  nuevo  hacia  su  patria.  Pero  no  había  olvidado  el
               Sacudidor de la tierra sus amenazas, las que antaño lanzara contra el heroico

               Odiseo, y fue a consultar la decisión de Zeus.

                   «¡Padre  Zeus,  ya  nunca  seré  honrado  yo  entre  los  dioses  inmortales,
               cuando  nada  me  honran  unos  mortales,  los  feacios,  que  además  son  de  mi
               propia  estirpe!  Pues  yo  también  contaba  conque  Odiseo,  después  de  sufrir
               muchos males, iba a regresar a su casa. El regreso nunca se lo negué del todo,
               puesto  que  tú  previamente  lo  habías  prometido  y  asentido.  Pero  ésos  lo

               trajeron sobre el mar dormido en un raudo navío y lo han dejado en Ítaca, y le
               dieron  incontables  regalos,  bronce,  oro  en  montón  y  telas  bordadas,  con  tal
               abundancia como nunca la habría obtenido Odiseo de Troya si hubiera salido
               sano y salvo con su parte del botín».

                   Respondiéndole le dijo Zeus, el amontonador de nubes:

                   «¡Ah,  muy  poderoso  Agitador  de  la  tierra,  qué  cosas  dices!  De  ningún
               modo te menosprecian los dioses. Penoso sería despachar con desprecio al más
               viejo  y  más  ilustre.  Si  alguno  de  los  hombres,  cediendo  a  su  poder  y  su

               soberbia, no te honra, siempre tienes a mano pronta tu venganza. Actúa como
               quieras y le resulte grato a tu ánimo».

                   Le respondió al punto Poseidón, el sacudidor de la tierra:

                   «Pronto puedo actuar yo, señor de las negras nubes, como afirmas. Pero
               siempre tengo en cuenta tu voluntad y la acato. Ahora, en efecto, la muy bella
               nave  de  los  feacios  que  regresa  de  su  viaje  por  el  brumoso  ponto  quiero
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