Page 417 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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-¡Ya, ya te entiendo, Sancho! Y muchas veces; y aun agora la tengo. ¡Sácame deste peligro, que no

                  anda todo limpio!




                  Capítulo 49: Donde se trata del discreto coloquio que Sancho Panza tuvo con su señor don Quijote

                  -¡Ah! -dijo Sancho-. Cogido le tengo: esto es lo que yo deseaba saber, como al alma y como a la vida.

                  Venga acá, señor; ¿podría negar lo que comúnmente suele decirse por ahí cuando una persona está

                  de mala voluntad: «No sé qué tiene fulano, que ni come, ni bebe, ni duerme, ni responde a propósito

                  a lo que le preguntan, que no parece sino que está encantado»? De donde se viene a sacar, que los

                  que no comen, ni beben, ni duermen, ni hacen las obras naturales que yo digo, estos tales están

                  encantados; pero no aquellos que tienen la gana que vuestra merced tiene, y que bebe cuando se lo
                  dan, y come cuando lo tiene, y responde a todo aquello que le preguntan.




                  -Verdad dices, Sancho -respondió don Quijote-; pero ya te he dicho que hay muchas maneras de

                  encantamentos, y podría ser que con el tiempo se hubiesen mudado de unos en otros, y que agora se

                  use que los encantados hagan todo lo que yo hago, aunque antes no lo hacían. De manera, que

                  contra el uso de los tiempos no hay que argüir ni de qué hacer consecuencias. Yo sé y tengo para mí

                  que voy encantado, y esto me basta para la seguridad de mi conciencia; que la formaría muy grande

                  si yo pensase que no estaba encantado y me dejase estar en esta jaula perezoso y cobarde,
                  defraudando el socorro que podría dar a muchos menesterosos y necesitados que de mi ayuda y

                  amparo deben tener a la hora de ahora precisa y extrema necesidad.


                  -Pues, con todo eso -replicó Sancho-, digo que para mayor abundancia y satisfación, sería bien que

                  vuestra merced probase a salir desta cárcel, que yo me obligo con todo mi poder a facilitarlo, y aun a
                  sacarle della, y probase de nuevo a subir sobre su buen Rocinante, que también parece que va

                  encantado, según va de melancólico y triste; y, hecho esto, probásemos otra vez la suerte de buscar

                  más aventuras; y si no nos sucediese bien, tiempo nos queda para volvemos a la jaula, en la cual





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