Page 413 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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puntualidad guardan la leyes de la comedia, nos tienen por bárbaros e ignorantes, viendo los

                  absurdos y disparates de las que hacemos. Y no sería bastante disculpa desto decir que el principal

                  intento que las repúblicas bien ordenadas tienen permitiendo que se hagan públicas comedias es

                  para entretener la comunidad con alguna honesta recreación, y divertirla a veces de los malos

                  humores que suele engendrar la ociosidad; y que, pues éste se consigue con cualquier comedia,
                  buena o mala, no hay para qué poner leyes, ni estrechar a los que las componen y representan a que

                  las hagan como debían hacerse, pues, como he dicho, con cualquiera se consigue lo que con ellas se

                  pretende. A lo cual respondería yo que este fin se conseguiría mucho mejor, sin comparación

                  alguna, con las comedias buenas que con las no tales; porque de haber oído la comedia artificiosa y

                  bien ordenada, saldría el oyente alegre con las burlas, enseñado con las veras, admirado de los
                  sucesos, discreto con las razones, advertido con los embustes, sagaz con los ejemplos, airado contra

                  el vicio y enamorado de la virtud; que todos estos afectos ha de despertar la buena comedia en el

                  ánimo del que la escuchare, por rústico y torpe que sea, y de toda imposibilidad es imposible dejar

                  de alegrar y entretener, satisfacer y contentar, la comedia que todas estas partes tuviere mucho más

                  que aquella que careciere dellas, como por la mayor parte carecen éstas que de ordinario agora se

                  representan. Y no tienen la culpa desto los poetas que las componen, porque algunos hay dellos que

                  conocen muy bien en lo que yerran, y saben extremadamente lo que deben hacer; pero como las
                  comedias se han hecho mercadería vendible, dicen, y dicen verdad, que los representantes no se las

                  comprarían si no fuesen de aquel jaez; y así, el poeta procura acomodarse con lo que el

                  representante que le ha de pagar su obra le pide. Y que esto sea Verdad véase por muchas e infinitas

                  comedias que ha compuesto un felicísimo ingenio destos reinos, con tanta gala, con tanto donaire,

                  con tan elegante verso, con tan buenas razones, con tan graves sentencias, y, finalmente, tan llenas

                  de elocución y alteza de estilo, que tiene lleno el mundo de su fama; y, por querer acomodarse al
                  gusto de los representantes, no han llegado todas, como han llegado algunas, al punto de la

                  perfección que requieren. Otros las componen tan sin mirar lo que hacen, que después de

                  representadas tienen necesidad los recitantes de huirse y ausentarse, temerosos de ser castigados,

                  como lo han sido muchas veces, por haber representado cosas en perjuicio de algunos reyes y en



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