Page 411 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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representan dicen que así han de ser, porque así las quiere el vulgo, y no de otra manera, y que las

                  que llevan traza y siguen la fábula como el arte pide no sirven sino para cuatro discretos que las

                  entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor

                  ganar de comer con los muchos, que no opinión con los pocos, deste modo vendrá a ser mi libro, al

                  cabo de haberme quemado las cejas por guardar los preceptos referidos, y vendré a ser el sastre del
                  cantillo.» Y aunque algunas veces he procurado persuadir a los actores que se engañan en tener la

                  opinión que tienen, y que mas gente atraerán y más fama cobrarán representando comedias que

                  sigan el arte que no con las disparatadas, ya están tan asidos y encorporados en su parecer, que no

                  hay razón ni evidencia que dél los saque.

                  Acuérdome que un día dije a uno destos pertinaces:


                  -«Decidme, ¿no os acordáis que ha pocos anos que se representaron en España tres tragedias que

                  compuso un famoso poeta destos reinos, las cuales fueron tales, que admiraron, alegraron y
                  suspendieron a todos cuantos las oyeron, así simples como prudentes, así del vulgo como de los

                  escogidos, y dieron más dineros a los representantes ellas tres solas que treinta de las mejores que

                  después acá se han hecho?»


                  -«Sin duda -respondió el autor que digo- que debe de decir vuestra merced por La Isabela, La Filis y
                  La Alejandra.»


                  -«Por ésas digo -le repliqué yo-; y mirad si guardaban bien los preceptos del arte, y si por guardarlos

                  dejaron de parecer lo que eran y de agradar a todo el mundo. Así que no está la falta en el vulgo, que

                  pide disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa. Sí, que no fue disparate La
                  Ingratitud vengada, ni le tuvo La Numancia, ni se le halló en la de El Mercader amante, ni menos en

                  La Enemiga favorable, ni en otras algunas que de algunos entendidos poetas han sido compuestas,

                  para fama y renombre suyo, y para ganancia de los que las han representado.» Y otras cosas añadí a

                  éstas, con que, a mi parecer, le dejé algo confuso; pero no satisfecho ni convencido, para sacarle de

                  su errado pensamiento.






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