Page 374 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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-Sola una de vuestras hermosas manos -dijo Maritornes-, por poder deshogar con ella el gran deseo
que a este agujero la ha traído, tan a peligro de su honor, que si su señor padre la hubiera sentido, la
menor tajada della fuera la oreja.
-¡Ya quisiera yo ver eso! -respondió don Quijote-. Pero él se guardará bien deso, si ya no quiere
hacer el más desastrado fin que padre hizo en el mundo, por haber puesto las manos en los
delicados miembros de su enamorada hija.
Parecióle a Maritornes que sin duda don Quijote daría la mano que le habían pedido, y,
proponiendo en su pensamiento lo que había de hacer, se bajó del agujero y se fue a la caballeriza,
donde tomó el cabestro del jumento de Sancho Panza, y con mucha presteza se volvió a su agujero, a
tiempo que don Quijote se había puesto de pies sobre la silla de Rocinante por alcanzar a la ventana
enrejada donde se imaginaba estar la ferida doncella; y al darle la mano, dijo:
-Tomad, señora, esa mano, o, por mejor decir, ese verdugo de los malhechores del mundo; tomad
esa mano, digo, a quien no ha tocado otra mujer alguna, ni aun la de aquella que tiene entera
posesión de todo mi cuerpo. No os la doy para que la beséis, sino para que miréis la contextura de
sus nervios, la trabazón de sus músculos, la anchura y espaciosidad de sus venas; de donde sacaréis
qué tal debe de ser la fuerza del brazo que tal mano tiene.
-Ahora lo veremos -dijo Maritornes.
Y haciendo una lazada corrediza al cabestro, se la echó a la muñeca, y bajándose del agujero, ató lo
que quedaba al cerrojo de la puerta del pajar, muy fuertemente. Don Quijote, que sintió la aspereza
del cordel en su muñeca, dijo:
-Más parece que vuestra merced me ralla que no me regala la mano; no la tratéis tan mal, pues ella
no tiene la culpa del mal que mi voluntad os hace, ni es bien que en tan poca parte venguéis el todo
de vuestro enojo. Mirad que quien quiere bien no se venga tan mal.
Pero todas estas razones de don Quijote ya no las escuchaba nadie, porque así como Maritornes le
ató, ella y la otra se fueron, muertas de risa, y le dejaron asido de manera que fue imposible soltarse.
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