Page 256 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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-Eso no -respondió el ventero-; que no seré yo tan loco que me haga caballero andante; que bien veo

                  que ahora no se usa lo que se usaba en aquel tiempo, cuando se dice que andaban por el mundo

                  estos famosos caballeros.

                  A la mitad desta plática se halló Sancho presente, y quedó muy confuso y pensativo de lo que había

                  oído decir que ahora no se usaban caballeros andantes, y que todos los libros de caballerías eran

                  necedades y mentiras, y propuso en su corazón de esperar en lo que paraba aquel viaje de su amo, y

                  que si no salía con la felicidad que él pensaba, determinaba de dejalle y volverse con su mujer y sus

                  hijos a su acostumbrado trabajo.

                  Llevábase la maleta y los libros el ventero; mas el cura le dijo:


                  -Esperad, que quiero ver qué papeles son ésos. que de tan buena letra están escritos.

                  Sacólos el huésped, y dándoselos a leer, vio hasta obra de ocho pliegos escritos de mano, y al

                  principio tenían un título grande que decía: Novela del Curioso impertinente. Leyó el cura para sí

                  tres o cuatro renglones, y dijo:

                  -Cierto que no me parece mal el titulo desta novela, y que me viene voluntad de leella toda.


                  A lo que respondió el ventero:



                  -Pues bien puede leella su reverencia, porque le hago saber que a algunos huéspedes que aquí la han

                  leído les ha contentado mucho, y me la han pedido con muchas veras; mas yo no se la he querido

                  dar, pensando volvérsela a quien aquí dejó esta maleta olvidada con estos libros y esos papeles; que

                  bien puede ser que vuelva su dueño por aquí algún tiempo, y que sé que me han de hacer falta los

                  libros, a fe que se los he de volver; que, aunque ventero, todavía soy cristiano.

                  -Vos tenéis mucha razón, amigo -dijo el cura-; mas, con todo eso, si la novela me contenta, me la

                  habéis de dejar trasladar.


                  -De muy buena gana -respondió el ventero.





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