Page 255 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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-Así me parece a mí -respondió Cardenio-; porque, según da indicio, él tiene por cierto que todo lo
que estos libros cuentan pasó ni más ni menos que lo escriben, y no le harán creer otra cosa frailes
descalzos.
-Mirad, hermano -tomó a decir el cura-, que no hubo en el mundo Félixmarte de Hircania, ni don
Cirongilio de Tracia, ni otros caballeros semejantes que los libros de caballerías cuentan; porque
todo es compostura y ficción de ingenios ociosos, que los compusieran para el efecto que vos decís
de entretener el tiempo, como lo entretienen leyéndolos vuestros segadores. Porque realmente os
juro que nunca tales caballeros fueron en el mundo, ni tales hazañas ni disparates acontecieron en
él.
-¡A otro perro con ese hueso! –respondió el ventero-. ¡Como si yo no supiese cuántas son cinco, y
adónde me aprieta el zapato! No piense vuestra merced darme papilla, porque por Dios que no soy
nada blanco. ¡Bueno es que quiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos
buenos libros dicen sea disparates y mentiras, estando impreso con licencia de los señores del
Consejo Real, como si ellos fueran gente que habían de dejar imprimir tanta mentira junta, y tantas
batallas y tantos encantamentos que quitan el juicio!
-Ya os he dicho, amigo -replicó el cura-, que ello se hace para entretener nuestros ociosos
pensamientos; y así como se consiente en las repúblicas bien concertadas que haya juegos de
ajedrez, de pelota y de trucos, para entretener a algunos que ni quieren, ni deben, ni pueden
trabajar, así se consiente imprimir y que haya tales libros, creyendo, como es verdad, que no ha de
haber alguno tan ignorante, que tenga por historia verdadera ninguna destos libros. Y si me fuera
lícito agora, y el auditorio lo requiriera, yo dijera cosas acerca de lo que han de tener los libros de
caballería para ser buenos, que quizá fueran de provecho, y aun de gusto para algunos; pero yo
espero que vendrá tiempo en que lo pueda comunicar con quien pueda remediallo, y en este
entretanto creed, señor ventero, lo que os he dicho, y tomad vuestros libros, y allá os avenid con sus
verdades o mentiras, y buen provecho os hagan, y quisiera Dios que no cojeéis del pie que cojea
vuestro huésped don Quijote.
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