Page 253 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
P. 253
qué gente es aquélla tan desalmada y tan sin conciencia, que por no mirar a un hombre honrado, le
dejan que se muera, o que se vuelva loco. Yo no sé para qué es tanto melindre: si lo hacen de
honradas, cásense con ellos; que ellos no desean otra cosa.
-Calla, niña -dijo la ventera-; que parece que sabes mucho destas cosas, y no está bien a las
doncellas saber ni hablar tanto.
-Como me lo pregunta este señor -respondió ella-, no pude dejar de respondelle.
-Ahora bien -dijo el cura-, traedme, señor huésped, aquesos libros, que los quiero ver.
-Que me place -respondió él.
Y entrando en su aposento, sacó dél una maletilla vieja, cerrada con una cadenilla, y, abriéndola,
halló en ella tres libros grandes y unos papeles de muy buena letra, escritos de mano. El primer libro
que abrió vio que era Don Cirongilio de Tracia; y el otro, de Félixmarte de Hircania; y el otro, la
Historia del Gran Capitán Gonzalo Hernández de Córdoba, con la vida de Diego García de Paredes.
Así como el cura leyó los dos títulos primeros, volvió el rostro al barbero, y dijo:
-Falta nos hacen aquí ahora el ama de mi amigo y su sobrina.
-No hacen -respondió el barbero-, que también sé yo llevallos al corral, o a la chimenea; que en
verdad que hay muy buen fuego en ella.
-Luego ¿quiere vuestra merced quemar mis libros? -dijo el ventero.
-No más -dijo el cura- que estos dos: el de Don Cirongilio y el de Félixmarte.
-Pues, por ventura -dijo el ventero-, ¿mis libros son herejes o flemáticos, que los quiere quemar?
-Cismáticos queréis decir, amigo -dijo el barbero-; que no flemáticos.
-Así es -replicó el ventero-. Mas si alguno quiere quemar, sea ése del Gran Capitán y dese Diego
García; que antes dejaré quemar un hijo que dejar quemar ninguno desotros.
Portal Educativo EducaCYL
http://www.educa.jcyl.es