Page 175 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
P. 175

enseñadme por dónde tengo de comenzar a imitaros. Mas ya sé que lo más que él hizo fue rezar y

                  encomendarse a Dios; pero ¿qué haré de rosario, que no lo tengo?

                  En esto, le vino al pensamiento cómo le haría, y fue que rasgó una gran tira de las faldas de la

                  camisa, que andaban colgando, y diole once ñudos, el uno más gordo que los demás, y esto le sirvió

                  de rosario el tiempo que allí estuvo, donde rezó un




                  millón de avemarías. Y lo que le fatigaba mucho era no hallar por allí otro ermitaño que le confesase

                  y con quien consolarse; y así, se entretenía paseándose por el pradecillo escribiendo y grabando por

                  las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados a su tristeza, y

                  algunos en alabanza de Dulcinea. Mas los que se pudieron hallar enteros y que se pudiesen leer
                  después que a él allí le hallaron no fueron más que estos que aquí se siguen:


                  Arboles, yerbas y plantas

                  que en aqueste sitio estáis,


                  tan altos, verdes y tantas,

                  si de mi mal no os holgáis,


                  escuchad mis quejas santas.

                  Mi dolor no os alborote,


                  aunque más terrible sea;

                  pues, por pagaros escote,


                  aquí lloró don Quijote

                  ausencias de Dulcinea

                  del Toboso.


                  Es aquí el lugar adonde


                  el amador más leal

                                             Portal Educativo EducaCYL
                                              http://www.educa.jcyl.es
   170   171   172   173   174   175   176   177   178   179   180