Page 172 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
P. 172

-Por amor de Dios, señor mío, que no vea yo en cueros a vuestra merced, que me dará mucha

                  lástima, y no podré dejar de llorar; y tengo tal la cabeza, del llanto que anoche hice por el rucio, que

                  no estoy para meterme en nuevos lloros; y si es que vuestra merced gusta de que yo vea algunas

                  locuras, hágalas vestido, breves y las que le vinieren más a cuento. Cuanto más, que para mí no era

                  menester nada deso, y como ya tengo dicho, fuera ahorrar el camino de mi vuelta, que ha de ser con
                  las nuevas que vuestra merced desea y merece. Y si no, aparéjese la señora Dulcinea; que si no

                  responde como es razón, voto hago solene a quien puedo que le tengo de sacar la buena respuesta

                  del estómago a coces y a bofetones. Porque ¿dónde se ha de sufrir que un caballero andante tan

                  famoso como vuestra merced se vuelva loco, sin qué ni para qué, por una...? No me lo haga decir la

                  señora, porque por Dios que despotrique y lo eche todo a doce, aunque nunca se venda. ¡Bonico soy
                  yo para eso! ¡Mal me conoce! ¡Pues a fe que si me conociese, que me ayunase!.


                  -A fe, Sancho -dijo don Quijote-, que, a lo que parece, que no estás tú más cuerdo que yo.




                  -No estoy tan loco -respondió Sancho-; mas estoy más colérico. Pero, dejando esto aparte, ¿qué es lo

                  que ha de comer vuestra merced en tanto que yo vuelvo? ¿Ha de salir al camino, como Cardenio, a

                  quitárselo a los pastores?

                  -No te dé pena ese cuidado –respondió don Quijote-, porque, aunque tuviera, no comiera otra cosa

                  que las yerbas y frutos que este prado y estos árboles me dieren; que la fineza de mi negocio está en

                  no comer y en hacer otras asperezas equivalentes. A Dios, pues.

                  -Pero ¿sabe vuestra merced qué temo? Que no tengo de acertar a volver a este lugar donde agora le

                  dejo, según está de escondido.


                  -Toma bien las señas; que yo procuraré no apartarme destos contornos -dijo don Quijote-, y aun
                  tendré cuidado de subirme por estos más altos riscos, por ver si te descubro cuando vuelvas. Cuanto

                  más, que lo más acertado será, para que no me yerres y te pierdas, que cortes algunas retamas de las

                  muchas que por aquí hay, y las vayas poniendo de trecho en trecho, hasta salir a lo raso, las cuales te





                                             Portal Educativo EducaCYL
                                              http://www.educa.jcyl.es
   167   168   169   170   171   172   173   174   175   176   177