Page 174 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
P. 174

en las locuras desaforadas que hizo, o a Amadís en las malencónicas; y hablando entre si mesmo,

                  decía:

                  -Si Roldan fue tan buen caballero y tan valiente como todos dicen, ¿qué maravilla, pues, al fin, era

                  encantado, y no le podía matar nadie si no era metiéndole un alfiler de a blanca por la punta del pie,

                  y él traía siempre los zapatos con siete suelas de hierro? Aunque no le valieron tretas contra

                  Bernardo del Carpio, que se las entendió, y le ahogó entre los brazos en Roncesvalles. Pero dejando

                  en él lo de la valentía a una parte, vengamos a lo de perder el juicio, que es cierto que le perdió, por

                  las señales que halló en la Fortuna y por las nuevas que le dio el pastor de que Angélica había
                  dormido más de dos siestas con Medoro, un morillo de cabellos enrizados y paje de Agramante, y si

                  él entendió que esto era verdad y que su dama le había cometido desaguisado, no hizo mucho en

                  volverse loco; pero yo, ¿cómo puedo imitalle en las locuras, si no le imito en la ocasión dellas?

                  Porque mi Dulcinea del Toboso osaré yo jurar que no ha visto en todos los días de su vida moro

                  alguno, ansí como él es, en su mismo traje. y que se está hoy como la madre que la parió; y haríale

                  agravio manifiesto, si, imaginando otra cosa della, me volviese loco de aquel género de locura de
                  Roldán el furioso. Por otra parte, veo que Amadís de Gaula, sin perder el juicio y sin hacer locuras,

                  alcanzó tanta fama de enamorado como el que más; porque lo que hizo, según su historia, no fue

                  más de que, por verse desdeñado de su señora Oriana, que le había mandado que no pareciese ante

                  su presencia hasta que fuese su voluntad, se retiró a la Peña Pobre, en compañía de un ermitaño, y

                  allí se hartó de llorar y de encomendarse a Dios, hasta que el cielo le acorrió, en medio de su mayor

                  cuita y necesidad. Y si esto es verdad, como lo es, ¿para que quiero yo tomar trabajo agora de

                  desnudarme del todo, ni dar pesadumbre a estos árboles, que no me han hecho mal alguno, ni tengo
                  para qué enturbiar el agua clara destos arroyos, los cuales me han de dar de beber cuando tenga

                  gana? Viva la memoria de Amadís, y sea imitado de don Quijote de la Mancha en todo lo que

                  pudiere; del cual se dirá lo que del otro se dijo: que si no acabó grandes cosas, murió por

                  acometellas; y si yo no soy desechado ni desdeñado de Dulcinea del Toboso, bástame, como ya he

                  dicho, estar ausente della. Ea, pues, manos a la obra: venid a mi memoria, cosas de Amadís, y





                                             Portal Educativo EducaCYL
                                              http://www.educa.jcyl.es
   169   170   171   172   173   174   175   176   177   178   179