Page 142 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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medio podridos, o podridos del todo, y deshechos; mas, pesaba tanto, que fue necesario que Sancho

                  se apease a tomarlos, y mandóle su amo que viese lo que en la maleta venía.

                  Hízolo con mucha presteza Sancho, y, aunque la maleta venía cerrada con una cadena y su candado,

                  por lo roto y podrido della vio lo que en ella había, que eran cuatro camisas de delgada holanda y

                  otras cosas de lienzo, no menos curiosas que limpias, y en un pañizuelo halló un buen montoncillo

                  de escudos de oro; y, así como los vio, dijo:

                  –¡Bendito sea todo el cielo, que nos ha deparado una aventura que sea de provecho!


                  Y buscando más, halló un librillo de memoria, ricamente guarnecido. Éste le pidió don Quijote, y

                  mandóle que guardase el dinero y lo tomase para él. Besóle las manos Sancho por la merced, y,

                  desvalijando a la valija de su lencería, la puso en el costal de la despensa. Todo lo cual visto por don
                  Quijote, dijo:


                  –Paréceme, Sancho, y no es posible que sea otra cosa, que algún caminante descaminado debió de

                  pasar por esta sierra, y, salteándole malandrines, le debieron de matar, y le trujeron a enterrar en

                  esta tan escondida parte.

                  –No puede ser eso –respondió Sancho–, porque si fueran ladrones, no se dejaran aquí este dinero.

                  –Verdad dices –dijo don Quijote–, y así, no adivino ni doy en lo que esto pueda ser; mas, espérate:

                  veremos si en este librillo de memoria hay alguna cosa escrita por donde podamos rastrear y venir

                  en conocimiento de lo que deseamos.


                  Abrióle, y lo primero que halló en él escrito, como en borrador, aunque de muy buena letra, fue un
                  soneto, que, leyéndole alto porque Sancho también lo oyese, vio que decía desta manera:


                  O le falta al Amor conocimiento,

                  o le sobra crueldad, o no es mi pena




                  igual a la ocasión que me condena


                  al género más duro de tormento.

                                             Portal Educativo EducaCYL
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