Page 53 - Autobiografia de mi Madre v.2
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nat!ero cuatro sacos de los <.JUC se utilizaban para em- casi nunca abandonaban esos sitios, y cuando me en�
barcar la harina, y tras borrar la tinta de las marcas · contraba en público, esas mismas manos estaban
estampadas en ellos mediante un largo proceso de iava- siempre cerca de la nariz, tanto gozaba con mi propio
do y blanqueado bajo el ardiente sol, corté cuatro piezas olor > entonces y ahora.
cuadradas de cada uno y las utilicé como pañales para A los catorce años de edad había agorado los
absorber la sangre que fluía de entre mis piernas. Tras recursos de la pequeña escuela de Massacre, el minús
haberme visto hacer de principio a fin lo que acabo de culo poblado entre Roseau y Mahaut. Realmente sabía
describir, la esposa de mi padre me dijo que cuando mucho más de lo que podían enseñarme en aquella
me convirtiera en mujer, ella tendría que defenderse de escuela. Percibía desde el principio de mi vida que sa·
mí. En aquel momento tal afirmación me pareció in- brfa cuak 1 uier cosa cuando necesitara saberla ) sabía
justificada, ya que después de todo era yo quien desde bada mucho tiem p o que podía confiar en mi
continuaba estando en guardia por lo que se refería a propio instinto acerca de las cosas, que si alguna vez
ella. También fue más o menos entonces cuando la me encontraba en una sítuadón dificil, sólo con re
estructura de mi cuerpo y el olor de mi cuerpo empe- flexionar acerca de ella el tiempo necesario se me
zaron a cambiar; aparecieron gruesos pelos bajo los revelaría la solución, No podía saber que tener una
brazos y en el espacio entre mis piernas en el que hasta visión de la vida como aquella implicaría ciertas limita
entonces no había habido un solo pelo, se me ensanw ciones, pero en cualquier caso� mi vida era ya
charon las caderas, el pecho se h1zo más consistente y insignificante y Jjmitada a su maner-a.
ligeramente abultado al principio, y se formó una pro• Conocía también la historia de una impresionante
funda hendidura entre ambos senos; el pelo de la cabeza cantidad de gente con la que nunca me toparía. Ese
me ct"eció largo }' suave y se hizo más ondulado, los hecho en sí mismo no era razón suficiente como para
labios ad quirieron mayor protagonismo en el conjun- que la i g norase; era sólo que esa historia de pueblos
to de mi rostro, eran más gruesos y tenían 1a forma de que yo nunca conocerfa -romanos > galos� sajones, bre
un corazón perfectamente perfilado. Solía mirarme en tones, el pueblo británko- escondía un propósito
un viejo pedazo de un espejo roto que había encontta• malévolo: hacerme sentir humillada, humilde, peque•
do entre la basura debajo de la casa de mi padre. La ña. Una vez hube identificado y aceptado esa mala
visíón de los cambios que se producían en mí no me voluntad dirigida contra mí » me sentí fascinada por lo
asustó, sólo me preguntaba qué aspecto tendrfa final- que terúa de expresión de vanidad: el aroma del pro
mente; nunca dudé que me gustaría plenamente lo que pio nombre y las propias hazañas resulta embriagador,
fuera que acabara mirándome desde el espejo. Y así, y hace que nunc� se sienta uno abatido ni exhausto; es
también ci olor que tenía en las axilas y entre las pjernas fuente de inspiración en sí mismo, se renueva a sí mis
cambiaron, y ese cambio me gustó. En aquellos luga- mo. Y aprendí también que nadie puede juzgarse a sí
res e) o]or se hizo acre > penetrante > como si hubiera mismo con veracidad; describir tus propios pecados
algo en proceso de fermentación, fermentando lenta- es como absolverte de ellos; confesar tus malas accio
mente; en privado, entonces como ahora, mis manos nes es al mismo tiempo perdonart� y así 1 el silendo se
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