Page 51 - Autobiografia de mi Madre v.2
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i\ veces en esos silencios no había nada en absoluto; el observador > para quien lo contempla, establece una
otras veces estaban Ucnos de pura maldad; a veces que · corriente invisible entre ambos, e1 observado y el obser
ria verme muerta� otras veces, que yo estuviera viva o vador, el contemplado y aquél gue contempla, y
muerta no le interesaba, El hecho de gue descara mi personalmente creo que ninguna vida está con1plcta t nín
muerte era una respuesta instintiva; nunca me había que g,ma vida es realmente plena sin esa corriente invisible,
rido� para empezar nunca habfa desea.do verme vtva, que es en muchos aspectos una definición del amor.
así que cuando me vio, cuando me vio de verdad, me Nadie me observaba ni me contemplaba a mí, sólo yo
ob!l:ervó y se dio cuenta de quién era no pudo hacer me observaba y contetnplaba a mí misma; la corriente
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otra cosa que desear mi muerte. Pero aparte de su pri invisible salía de mí para volver a mí. Acabé amándome
mer intento real -en la ocasión en que me regaló un a mí misma tercamente, como fruto de la desespera
collr1r c¡uc iuego yo le regalé a su perro favotito 1 consi ción, porgue no había nada más, Un amor así puede
guiendo así guc el collar le produjera al perro la muerte servir, pe.ro sólo servir, no es precisamente lo ideal; tie
9ue me estaba destinada a mí-, sus demás intentos de. ne el sabor de algo que se ha dejado en la alacena tanto
(JUitatme la vida no fueron más que tímidos amagos; tiempo que se ha vuelto rancio y a) comerlo te revuelve
en parte fue así porque había admitido mi voluntad de el estómago. Puede se,:vir, puede servir, pero sólo por•
segulr viva, y en parte porgue había empezado a pre que no hay nada más que ocupe su Jugar; no es como
ocuparle su condición de madre de alguien que iba a para recomendarlo.
convcrdrse en un gran hombre. Cuando su hijo murió Y tanto era así que cuando vi por primera vez el
yo ya no vivía en su casa, ya no estaba al akance de su denso y rojo flujo de sangre de mi menstruación, no
vista, no me tenía allí para observarme y quizá vengar sentí sorpresa ni temor. Nunca habfa oído hablar de
se en mí por el hecho ele que yo continuara viviendo. ello, no me lo esperaba, tenla doce años, pero su apa
()bservar a cualquier ser humano desde su infan rición tuvo para mi mente infancil. para mi cuerpo y
cia, ver cómo alguien viene a] mundo, como si fuera el mi alma, 1a fuerza del destino cumplido; fue como sí
capullo de una nueva flor, los pétalos apretados al prin siempre lo hubiera sabido pero nunca me hubiera per
cipio u n o alrededor del otro, luego separándose, mitido tener conciencia de ello, como si nunca hubiera
desplegándose según el curso natural de las cosas, sabido cómo expresarlo con palabras. Aquella prime
abriéndose en su eclosión ) la vida de ese florecimiento, ra vez vino tan densa, roja y abundante que era
tiene guc f;er maravilloso com:emplarlo; ver )a expe imposible pensar que pudiera tratarse sólo de un pre
riencia acumulad:a en los ojos > en Jas comisuras de los sagio, algún tipo de advertencia, un símbolo; era algo
labios, la gravedad del ceño, la pesada carga en el co real y nada más é¡ue eso, mi flujo menstrual ) y supe de
razón y el alma, la capa cada vez mi\s gruesa alrededor inmediato que sí no volvía a aparecer con regularidad
de la cintura, los pechos, el paso más pausado no por cada cierto tiempo significaría que iba a tener graves
la senectud sino sólo por la prudencia que infunde la problemas. Quizá supe ya emonces que la niña que lle
vida ... todo eso es algo tan maravilloso de observar, es vaba dentro nunca estaría lo bastante serena como para
maravilloso contemplarlo; el deleite que supone para permitirme tener un hijo propio. Le compré a un pa-
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