Page 56 - Autobiografia de mi Madre v.2
P. 56

muchísimo más ;idc1ante, cuando todas esas cosas se     estaba, también solo, en una habitación al otro ]ado de
            habían convertido en una parte de mí, una parte de mi   la casa, una habitación en la que ¡,,uardaba dinero que le
            vida cotidiana >  ya no me era posible recuperar ese sen­  gustaba contar una y otra vez; no era todo el dinero
            timiento exultante, aunque lo anhelaba; ansiaba sentir   que  posefa en el mundo. La  primera vez que v] a 1na­
            la novedad una ,,ez más, encontrar una fuente de a.le­  dame  LaBatte  estaba de  pie  junto  al umbral  de  su
            g ría  brotando  en  mi  interior,  sentirme  Hena.  de   preciosa casa, en 1a puerta de entrada >  con su bonito  y
            es p eranza >  sentirme joven otra vez. Todavfa ho y  sus p i­  p ulcro  p atio lleno de flores y  p iedras apiladas primo­
            ro  por volver a sentirme vi g orosa, por sentir que no   rosamente;  a izquierda y derecha tenía  dos grandes
            moriré nunca, peto ya no es posible; lo más que pue­    matas de  plumbago con  sus  flores  azules  inmóviles
            do  hacer e,s  desearlo,  nunca  volveré a  ser como  era   bajo el aire caliente. Llevaba un vestido blanco de un
            enronc<.:R.                                             tejido  grueso  y  adornado  con  bordados  de  flores y
               Mucho después de  q ue mi padre me apartara de su    hojas;  reparé en ello porque  era un vestido  que en
            casa y de la presencia de su esposa, comprendí que él   Mahaut nadie habría llevado más que para ir a la iglesia
            sabía  q ue era necesario hacerlo. Nunca supe qué había   los domin g os. Su vestido no estaba gastado y lo lleva•
            observado en mí, nunca supe lo  q ue quería para mí o   ba limpio; no tenía un corte elegante sino suelto, no le
            de mf; en nq ueJ momento llevá�eme a Roseau parecía     sentaba bien, como si su  pro p io cuerpo hubiera deja­
            tener un  propósito;  q uería que continuara yendo a la   do de rener interés  para ella. Mi  p adre habló con ella,
            escuela,  q uería que al ún dfa me convirtiera en maes­  ella habló con mi  padre, habló conmigo; me observó,
                               g
            tra�  q uería poder decir que su hija era maestra en una   yo la  observé a ella. No lo  hicimos para estudiarnos
            escuela. El hecho de gue yo pudiera tener mis propias   mutuamente; no sé lo que creyó ver en mis újos }  pero
            aspiraciones nj se le  p a�aba por la cabeza, y sj tenia mis   p or mi p arte, ahora puedo decir  q ue sentí una simpatía
            pro p ias aspiraciones, ni  yo misma lo sabfa. Tampoco   instintiva  por ella. No sé por qué sentí sim p atía  y  no
            sabía cómo vivía él d ambiente  q ue se respiraba en su   todo 1o contrario, pero el caso es que  sentí simpatía.
            propio hogar. Jamás me dijo qué era lo  q ue había visto   Quizá fuera porgue tenía el aspecto de alguien que ha
            en mi rostro. Pero me llevó a esa casa de un hombre al   conseguido obtener al g o que deseaba enormemente.
            gue conocía por ne g ocios y me dejó al cuidado de ese     Había deseado con todas sus  fuerzas  casarse con
            hombre  y  de su esposa. Yo era su huésped, pero a mi   monsieur LaBarte. Me lo dijo la mujer gue venía todos
            manera pa g aba. A cambio de la hablración v la comi­   los dfas a lavarles la ropa. El hecho de q uerer desesp e­
            da  realizaba  algunas  tareas  domésticas.' No  hice   radamente casarse con hombres, por ]o que  yo he visto,
            objeciones, no podfa hacer objeciones, no quería hacer   no  es un error dé las mujeres,  sino  sólo que, bueno >
            objeciones, entonces no sabía cómo hacer objeciones     ¿qué otra cosa les queda a las  mujeres, qué otra cosa
            abiertamente.                                           pueden hacer? Nunca me explicaron por qué deseaba
               Conocí a monsieur y madame una tarde, una tarde      casarse con él. Lo supuse: era un hombre físicamente
            muy calurosa.  Eso es lo  g ue  eran  para mí entonces:   fuerte, ella  debió de sentirese  atraída por su  fornido
            monsieur y madame. Primero la conocí a ella, sola; él   cuerpo1  sus fuertes manos, su poderosa boca; era una



                                  56                                                      57
   51   52   53   54   55   56   57   58   59   60   61