Page 55 - Autobiografia de mi Madre v.2
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convierte en la única f o rma de casti rse a sí mismo: un lu g ar en el que se traman conspiraciones y se deci-
ga
vivJr para skmpre encerrado en una jaula de hierro - den los desdnos de muchas personas; no poseía las
hecha con tll propio sHendo, y entonces, de vez en características propias de una ciudad, era una especie
cuando, romper ese sfü:ncio p or boca de un divul a� de destacamento, la última parada en el camino de gen
g
dor que tú mismo ha y as designado, alguien que repite tes a las que las cosas les habían ido mal, ya fuer-.< a
una y otra vez� de forma coherente o con frases inaca causa de sus propias acciones o sin tener culpa; y había
badas� una lista de transgresiones, !as malas acciones entonces muchos sitios como Rosea.u, reductos de
cometidas. desesperación; lo mismo p ara el conquistador q ue para
Nunca había estado en Roseau hasta aquel dfa, cuan el conquistado, esos lugares eran las capitales nada más
do tenía quince años, en que mi padre me llevó a fa que de la desesperación. Eso no era nin g una sorpresa
casa de un hmnbre conocido su yo, monsieur LaBatte, para q uienes se habían visto f o rzados a vivir en un lu
monsicur Jac q ues LaBattc,Jack, como lle g ué a llamar gar como ése, pero aun así, había allí cierta belleza,
l e en la amarga y dulce oscuridad de la noche. Él, apasionante por lo inesperada; podía percibirse en la
también él, era un hon1bre sin pri n ci pios, y eso no me forma en q ue las casas se apiñaban una junto a otra )
sorprendió ni me decepcionó, no hizo que me gustara amontonadas, pequeñas e inclinadas, como si hubieran
más ni que me gustara menos, i'vfi padre y él se cono sido mal construidas ex profeso, pintadas con los to
cían por los acuerdos económicos que establecían entre nos más chillones de rojo ) azul ) verde o amarillo, o a
ellos. Se llamaban amigos, pero la fragilidad de los ci veces sin pintar en absoluto, la madera desnuda ex
mientos sobre los que estaba construida su amistad no puesta a los ele1nentos� tiñéndose entonces de un gris
podría infundir más que tristeza en el ánimo de cual brillante. En casas corno ésas vivfan personas cuya piel
< ¡ uie r a q ue no idolatre este mundo y sus bienes exhausta relucía y cuyos rostros expresaban tristeza
materiales, Y Roseau, lncluso entonces, cuando ia reaH� incluso cuando tenfan al gu na razón para sentirse feli
dad era en todos los aspectos tan terrible que ia mayoría ces ) personas para las que la historia había sido un
de situaciones tenían q ue ser disfrazadas llamándolas inincnso vado tenebroso q ue les hada odiar el silencio.
por otro nombre, un nombre totalmente antagónico a Y a veces soplaba una li g era brisa y otras sólo había
su esencia, Roseau no era caHfkada metamente de du quietud en los árboles, y a veces se ponía el sol y otras
dad, todo el mundo la llamaba la capital, la capital de empezaba a amanecer, y el olor dulzón, mareante, de
Dominica. T a mbién sus cimientos eran frágiles, l' cada las azucenas blancas que sólo florecían durante la no
cierto tiempo se veía asolada por las fuerzas de la che, y el olor dulzón, nauseabundo, de algo muerto,
naturaleza ) un huracán o lluvias torrenciales ., agua y más algo animal en proceso de putrefacción, Cuando per
a g ua cayendo del cielo como si de repente tuviéramos cibí por primera vez esa belleza -la fui descubriendo
el mar encima y los delos debajo. Roseau no podfa ser por parres, no al primer golpe de vista-, me sentí afor
calificada de ciudad, p or q ue no podía representar tan tunada de estar viva; no sabría explicar ese sentimiento
nobles aspiraciones: centro de comercio y cultura y de de euforia que me producía la visión de lo que para mí
intercambio de ideas entre sus gentes, u gar de intrigas, era nuevo y exótico, lo desconocido. Y luego mucho,
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