Page 182 - Autobiografia de mi Madre v.2
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pronunciaba  una  sofa  paiabrn; cuando le  permJtf to­    escaso cabello,  frotarse el mentón� pasarse los brazos
             carme ya hada mucho tiempo que habfa dejado de see         alrededor de Jos hombros o del torso, nada de eso me
              sensible a las caridas de nadie.                          enternecfa lo bastante como para tornar en considera­
                Tanto él como yo vivíamos inmersos en ese hechJ.,       ción todo su ser de tal manera que su sufrimiento rne
             zo, c1 hechizo de la hh,toria. Y o   me vestía de ne g ro, e}   pareciera real. Era pet·fectamenre capaz de hacerlo, de
             color de las  p lafüdems. A él le vestía con los colores de   hacer que su sufrimiento fuera algo real para mí, pero
             Jo:'- recién nacidos, Jos inocentes 1  los débiles, fa juven­  no estaba dispuesta a permitírmelo.
             tud: blanco, azul celeste, amarillo  pálido, y cual q uier    Hablaba conmigo, yo hablaba con él; él me hablaba
             cosa que estuviera descolorida; no eran los colores de     en  in g lés�  yo le  hablaba en  criollo.  Nos  entendíamos
             ninguna bandera. T o das las mañanas teníamos frente a     mucho mejor de esa manera )  hablándonos en la kn t,., l1.la
             nosotro .   por un fado  las  montañas  perpetuamente      en la  que cada uno de los dos pensaba. Cuando hablaba
                    s
             cubiertas de verde,  por el otro, la  g ran media luna de   conmigo, lo hada en  voz baja, como si tarnbién él qui­
             la costa con sus aguas grises.  El cielo, fa Luna y las    siera ofr lo que me estaba diciendo, Su voz estaba llena
             estrellas y el Sol en aquel mismo delo ... nin g una de esas   de ternura, a veces tenia el mismo sonido que tiene un
             cosas estaba bajo el hechizo de fa historia, ni de la de   arroyo cuando te topas con él inesperadamente en un
             él, ni de la mfa, ni de la de nadie. Ah, formar parte de   lu g ar  que nunca olvidarás, Cuando yo era joven, cuando
             al g o asf, formar p arte de cualquier cosa que esté fuera   me conoció, cuando todavía no sabía que mi presencia
             de la historia, formar parte de al g o  q ue  pueda recha­  en su vida sería permanente, le gustaba el brillo de mis
             zar el  movimiento  de la  mano  del hombre, el  latido    dientes bajo cualquier luz intensa, hacia wdo lo posible
             del corazón humano, la mirada del ojo humano, hasta        para conseguir que tuviera la boca abierta; me hacía sus­
             el mismo deseo humano. Y él todos Ios dfas recorría el     pirar, me hada hublar, pero no podía hacerme reír )  nunca
             perímetro de la tierra en que vivía; siempre le resultaría   abriría la boca para reírme  p ara él. V e rle comer era siem­
             extrafia, aqudJa tíetta en la que había pasado fa maror    p re  un espectáculo  repugGante  para  mí,  pero  habfa
             parte de su vida. Daba  traspiés,  no conocía  bien  sus   aprendido a dejar de sorprenderme  por eso hacía mu­
             contornos, nunca llegaría a famfüarizarse con esa tierra;   cho tiempo, cuando me di cuenta de que muchas de las
             no había nacido en ella, sólo moriría en ella, pidiendo    cosas que me recordaban que él también era humano y
            que Je enterraran mimndo hacia el este, en la dirección     frágíl  me provocaban una  indignación  que no podfa
            de la tierra en la  q ue había nacido; daba traspiés mien­  dominar;  p orgue sl él era humano }  ¿no serían también
             tras recorría aquel  perímetro  hasra llegar a un lu g ar   humanos todos aquellos de los que descendía, y en q ué
            donde la tierra se había  p artido en dos,, un precipicio>   lugar nos de¡aba eso a mí y a todos aquellos de los que
            un abismo)  p ero incluso eso estaba cerrado para él> el     yo descendía?
            abismo estaba cerrado para él. La visi<5n de él miran­          No era un hombre sofisticado, no tenía ningún ta­
            do fijamente el fondo de una sima abierta en fa tierra       lento,  Sabia  muchas  cosas, pero  no  por  su  propfa
                                                                         experiencia; sabía cosas destiladas y condensadas a partir
            no me conmovfa, no me daba lástima; nJnguno de los
            g estos que él h a da entonces, pasarse las manos por su     de la experiencia de muchas personas > a ninguna de las



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