Page 160 - Autobiografia de mi Madre v.2
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reluciente sábana gris, nn podrfa ser f u ente de ran ge­  dejar jamás espacio al  perdedor, que está condenado a
             nerosa  inspiración,  no  podría  ser u n a  fuente  de   permanecer eternamente en píe. Ni que dedr tiene que
             bienestar tan abundante, no podría nunca ser fuente de    contarse entre ]os insensfü1es, los cínicos, los descreí­
             nada  bueno; su  belleza  estaba perdida para él, vacía;   dos, es contarse entre los vencedores, pues quienes han
             mirarla, verb, suponía  recordar al  mismo  tJempo  la    perdido nunca se resignan a su pérdkfa; ta sienten pro­
             desesperación de Jos vencedores y la desesperación de     f u ndamente, sie1npre, por coda la eternídad, Nadie <. 1ue
             los vencidos;  p ues la v a ciedad de la conquista perma­  haya perdidu se atreve a dudar, a dudar realmente, de
             nece en  d  con 9 uistador,  enfrentado como  está  al    la bondad humana; para el que ha perdido, el último
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             interminable deseo de poseer m:\s y más y más, basta      aliento es un susurro: ((Oh, Dios ,. Siempre.
             q ue la 111ucrte, sólo la muerte, silencia ese deseo; v el   Al observar a mi  padre, no  dejaba de compren­
             pozo sin  fondo de dolor y desdicha  q ue experim�nta     derle, no dejaba de sentir un  poco de lástima por él.
             el conquistado  ... nada puede saciar su sed de venganza   Cuando era un niño -una ídca, una realidad que a ve­
             ni borrar la  g ran injusticia  q ue se ba perpetrado contra   ces me  costaba  asimilar:  él vulnerable, necesitado de
             él  Y así; puesto 9ue  en  mi padre existían a la vez el   afecto o de cuidados que alivía1'an altísJmas fiebres, con
             vencedor y el vencido, el perpetrador y la víctima, eli­  magulladuras en las rodillas y los codos )  necesitado de
             gió, lo  que  no  resultaba en absoluto  sorp rendente,   palabras tranquilizadoras cuando su voluntad de chico
             ocultarse bajo el manto del  primero, siempre del pri­    vi g oroso  flaqueara y desfalleciera, necesitado de otra
             mero. Eso no significa  q ue estuviera en  g uerra consi g o   tranquilizadora  se guridad: < 1 ue d Sol volvería a salir,
             mismo; si 1: {nifica únicamente  q ue con ello demostraba   qc,e la marea bajaría, que la Tierra seguiría g irando (no
             ser un ser humano vulgar y corriente, pues  q uJén de     tenía más remedio que creer ciegamente en esa reali�
             nosotros aparte de los santos no habda escogido con­      dad,  puesto  que tal  período  de la vida  era normal,
             tarse entre 9uiencs mantienen la cabeza alta, no entre    aunque  ahora había  desarrollado otra  piel  q ue cubría
             quienes viven con Ja cabeza gacha, humHJados, e incluso   por con1plcto su auténtlca piet una piel que no se per­
             los santos saben que en último término, al final de los   cibía a simple vista pero que de todos mudos era tan
             tiem pos) ellos se encontrarán entre quienes mantienen    real como el ca p arazón  p rotector de un:a tortu g a o el
             la cabeza alta.                                           escudo de un guerrero)- cuando mi padre era un niño,
               Los  insensibles, los  cínicos, los descreídos dirán,   pues,  una  vecina de  su  madre y  su  padre  le dio  un
             <¡ub:á.s  e-n  un momento  ingrávido,  quizás en  un  mo­  huevo. Era un regalo de  agradecimiento de aquella mujer
             mento en el que vean en un destello cegador el fin del    porque mi padre había sido muy amable con ella -era
             mundo y se nieguen a empezar de nuevo,  9 ue la vkln      anciana y vivía sola, y él le hacfa a veces recados sin c¡uc
             es u n   juego: un jue g o en el que gana eJ mejor, un juego   se lo  pidiera y  sin  esperar gue se lo  agradeciera-, y
            en el que pierde el peor: un juego en el que  g anar signi­  cuando Je dio aquel huevo -tenía tres gallinas, un gallo
             fica  poseetlo  todo  y perder es  no  tener nada,  o  un   y un cerdo que vivían en el patio, cerca de la letrina, las
            juego como el de las sillas y  la música, en el  q ue cuan•   aves dormían en un árbol que se elevaba por encima
            do termina la múska  ganar es sentarse en una sHJa y no    de ella- se llevó una sorpresa, nunca había esperado



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