Page 159 - Autobiografia de mi Madre v.2
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vencida de que quizá se hubJera olvidado por comple­  tras la observaba, se sacó cera de la oreja y se la llevó a
 to de él, se lo recordé, Je hablé del tonel lleno de da.vos,   la boca para comérsela.
 le dije dónde estaba exactamente el tonel, qué aspecto   ¿ Y en , ué p odría estar pensando ml  p adre sentado en
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 tenia  el  tonel,  cómo  eran  ios  clavos, cómo eran  los   aquella habitación >  sentado en una silla que era una ré­
 cfavos -fríos, brillante!-:- gue estaban amontonados en   plica de otra silla que aparecía en una píntura del salón
 el tonel. Í� l volvió a nega.r que tuviera ning n   da.vo en   de algún horrible in glés, una ré plica de aquella silla hc­
 ú
 absoluto.  Ei sonido de su voz no había cambiado; era   cba  p or las manos de alguien de < ¡uien sin duda al g una
 simple1nente que le ofa por primera vez, No hizo que   él se había aprovechado?  Q ué podría estar pensando
                             ¿
 se rompíera nad .a en mi interior )  no hizo  que se rom­  mientras observaba aquel mar cuya superfide estaba a
 pjera nada  fuera de mí,  no  fue  repentino,  no  fue   veces agitada, a veces en calma? V n ser humano, una
 incsperádo,  aunc ¡ ue  tampoco  lo esperaba . . .   fue al g o   p ersona, muchas  p ersonas, un pueblo� dir.:in que lo  q ue
 natura), un hecho consumado, como d brm�co cambio   1es rodea, Jo que les rodea físicamente, forma su con­
 de altura de las montañas o el azul del delo, o la luna.   ciem::ia,  su verdadera  esencia;  al levantarse  todas  las
 Ése era mi padre, el mismo hombre que había conoci­  mañanas, esas personas miran h:ada las verdes colinas,
 do siemp re, sólo que sabía más de él.   los blancos acantilados,  las  montañas  plateadas, los
 Cuando Lazan.is se hubo marchad o,  sin los clavos   dorados cam p os de tri g o, los ríos de centelleante agua
 <1uc había venido a buscar, sin los clavos que necesita­  azul, y en la belleza de todo ello -y es realmente bello,
 ba, mi padre me agarró  por la  parte posterior del cuello   no pueden evitar que )es  p arezca hermoso- conqu1s�
 del vestido < ¡ue llevaba puesto, me arrastró por toda la   tan lnvisihle. mágic:amente, la distancia existente entre
 casa  hasta  el  cobertizo  donde tenfa el tonel lleno de   ellas y la helleza  <1ue están contem p lando, sintiendo que
 clavos y me hundi() la cara en el tonel Heno de clavos   se convierten en una unidad con kt naturaleza, tiue les
 mientras me  decía en criollo  francés: �:Ahora sabes   proporciona fuerza, les inspira para cantar melodías,
 dónde están los clavos, ahora sí que sabes exactamente   para componer versos;  se inventan a sí mismas  y  se
 dónde están los clavos", Sólo hablaba criolJo, francés   reinventan a sí mismas  y se sienten inspiradas (una vez
 o in g lés, con su familia o con las personas que le cono­  más),  p ero esta vez para llevar a cabo pequeñas accio­
 cían desde <-1 ue era niño, y yo asociaba la imagen de él  nes�  pequeñas  hazañas,  y  finalmente  grandes  actos.,
 hablando críollo con manifestaciones de su verdadera  grandes hazañas, y cada suceso supone la legidmación
 f o rma de ser, así  que supe con seguridad  que  todo   de la idea original, del sentimiento original, la fusión
 aquel dolür que me estaba ca.usando, asfixiándome en   del  p ueblo y el lugar. El encuentro entre una persona y
 un tonel lleno de clavos, expresaba de verdad sus sen­  d lu g ar al  t]UC  p ertenece no es fortuito, es algo que va
 timientos. Me dio un último  empujón en  la caheza y   más allá del destino, es algo tan primordial que no hay
 luego me soltó rápidamente. Fue a sentarse en la habi­  palabras para describirlo.  Para  mi  padre el mar, el in­
 tación  que daba al  mar,  la  habitación que  no  tenía   menso y bellísimo mar, a veces una reluciente sábana
 nlnguna utilidad concreta, que sólo se usaba en raras   azul, a veces una reluciente sábana negra, a veces una
 ocasiones; la superficie del mar estaba en caim::i,  y  mjen-



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