Page 164 - Autobiografia de mi Madre v.2
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color de su piel -moreno, dd incenso anaranjado de
conoddo muy bien, pero no de sf mismo, y a qufen una puesta de sol bien avanzada- no era el resultado
hubiera querido profundamente� una vez más no él de un ine]uctable encuentro entre el con<¡ulsrador y e]
mismo. Su padre se hizo a la mar a bordo de un barco vencido ) el pesar y la desesperación 1 la vanidad y la
ilamado el "J ohn Hawkins'\ pero no era e! nombre de humillación; no era más <,JUC ese color, un hecho im
aquel infame criminal lo que había c.ausado que el rostro p errurbablc: ella pertenecía al p ueblo caribeño. Él no
de mí padre se oscureciera y adquiriera un aspecto su debió de preguntar: ¿Quiénes son el pueblo caribeño?,
cio, criminal, no era agu e llo lo que había hecho n
desaparecer la luz de sus ojos de niño. o más acertadamente: ¿Quiénes Heran el pueblo cari
beño?, pues ya no existían, se habfan extinguido, sólo
¿ S e preguntó mi padre a sí mismo alguna vez: unos pocos centenares seb ruían con vida, mi madre era
"¿Quién soy yo ) quién soy?", no como un Jamento que una de ellos, eran los últimos supervivientes. Eran como
surgiera del oscuro agujero de la desesperación, sino fósiles vivientes, el lugar que les correspondía era un
como indicio de que de vez en cuando sufría el azote museo, puestos en un anaquel, conservados en una urna
de la inocente curiosidad de los necios? No lo sé; no de cristal. Sin duda esas gentes, el pueblo de mi madre,
puedo saberlo. ¿Se conocía a sí mismo? Sí la respuesta se encontraban en precario equilibrio al borde del abis
es sí, o si la respuesta es sí pero no del todo, o si la mo de la eternidad, esperando a ser engullidos por el
respuesta es si pero con una gran estrechez: de miras, enorme bostezo de la nada, pero lo más amargo era
entonces gozaba de placeres secretos en fa misma me
dida en , 1ue se conocía a sí mismo; pero yo no lo sé, constatar que habían perdido sin tener ninguna culpa, y
que habían perdido de la forma más extrema que se
no conozco la reRpuesta. No le conocía, era mi padre pueda imaginar; no sólo habían perdido el derecho a
pero no le conocía; todo lo que digo acerca de él es
producto únicamente de mi observación, es sólo mi conservar su identidad, se babfan perdido a sí mismos.
opini()n) y eso tiene que ser motlvo suficiente para que Eso era mí madre. Era alta (según me dicen ... yo no la
conocfa murió en el momento en que yo nací); su ca
cualquier niño se sJenta averg onzado -para mí lo era- bello era ne gro, tenía 1os dedos latgüs, tenfa las piernas
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' el hecho de que esa persona, que era una de las fuentes lar g as > tenía los pies largos y estrechos y el em p elne
de mi propia existencia, fuera desconocida para mi, alto, tenía el rostro delgado y enjuto, tenía el mentón
no un mjsterio > simplemente desconocida.
afilado, los pómulos promlnences y anchos, tenia los
La primera vez que mi padre pas6 la mano por la labios grandes y delgados, su cuerpo era largo y esbel
piel de mi madre -la piel del rostro, la piel de las to; tenia una gracia natural en el andar; no era muy
piernas, la piel de entre las piernas, la piel de los bra habladora. Qnizá nunca dijo nada que fuera demasia
zos, la piel bajo los brazos, la piel de la espalda, la do importante, nadie me ha comentado nunca nada al
piel m:ís abajo de la espalda, la piel de los pechos, la resp ecto; no sé en c 1 ué lengua hablaba; si alguna vez le
piel por debajo de los pechos- no debió de compa dijo a mi padre que le amaba, no sé en qué lengua se lo
rar su textura con eI satén ni con a seda, pues no era habría dicho. No la conocí; murió en el momento en
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una mujer extraordinariamente belfa y delicada. El que yo naci. Ja1nás vj su rostro, ni siquieta cuando se
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