Page 157 - Autobiografia de mi Madre v.2
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simplemente como  hOinbrc, que  existe  sólo  gradas   sclas a ]a gence necesitada pero daba sólo lo )USro para
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 al gentilicio  o al si g no de linaje  que acompaña a la   evitar un escándalo; el resto lo vendía, y  cuanto menos
 palabra hombre.   podía p:ag .u   una persona, cuantó más necesitada esta­
 Fuera, f u era de mí padre, fuera de la isla en la que   b-a, más le cobraba. Lazarus era una de esas personas,
 había nacido, fuera de la isla en la  que ahora vivía su   de las más necesitadas, sin  posibilidades de paga r;  el
 vida,  el  mundo seguía  su  curso,  cada gran  aconteci­  acontecimiento del encuentro entre el pueblo africano
 miento  u n   c n t-ayo  p ara  el  futuro t  c a da  gran   y d hon1bre con linaje había calado en él, también en
 acontecimiento una recaphuladón del  pasado; pero   él, tan sutilmente que cualquier forma  q ue eligiese  para
 dentro, dentro de mi padre (y también dentro de la isla   expresarse  era  un  recordatorio de aquello:  le habría
 en fa que había nacido, dentro de fa isla en la que ahora   sonado a música celestial todo ld  que  tuviera  q ue ver
 vivía), un acontedmiento c¡ue se había producido hada   con la idea de la libertad, lo contrario de pasar el día
 clentos de  años, continuaba vivo si iendo un curso   tumbado en la arena cerca del mar 1  con una  plaCldez
 gu
 tan sutil que se había convercido en la auténtica expre­  llena de abulia. Así, cuando Lazarus le  pidió a mi pa­
 sión  de  su  pctsonaHdad�  se había convertido  e� 1a   dre los clavos c¡ue necesitaba para acabar el tejado de
 esencia de quién era realmente él; y él había lle g ado a   su casa, la lucha  que mi  padre libraba interiormente
 despreciar a todos aquellos que se comportaban como   entre  el hombre con linaje y la horda había quedado
 pertenecientes  a!  pueblo africano: no todos aquellos   zanjada hada tiempo )  también ahora había vencido cl
 que tenían su aparlenda, sólo  q uienes se comportaban   hombre con lin:a¡e� y mi padre le dijo a L 1. zarus que no
 como tales, todos quienes habían sido derrotados, con­  Je quedaban clavos.  Por aquel entonces yo tenia djez
 dena<los, conc1uistados, los  pobres, los enfermos, los   años  de edadj no  conocía a mi madre,  había muerto
 que tenían la cabeza gacha y la mente entumecida por   en el momento  en que yo sa]fa de sus  entrañas >  sólo
 la crueldad. Y creía q ue estaba siendo él mismo un día   conocía  a  ml  padre.  No  Je  entendía;  me encantaba
 en  que un hombre llamado  Lazarus,  un  sepulturero,   observarle de cerca desde algún lugar en  que él no me
 acudió a él pata pedirle unos cuantos clavos que nece­  pudiera ver observándole, su cabeHo t'ojo centelleante
 fdtaba para reconstruir el tejado de su casa; su casa eta   bajo la luz del so!; me  encantaba observarle  cuando
 una endeble y  pe q ueña estructura de  p ino pinrnda de   llevaba su uniforme de gala, los pantalones awl mari­
 rojo y amarillo, y había sido destruida por un huraciin   no de estameña y la  chac1 ueta  cruzada de algodón
 dos afios  antes;  p or a quel entonces ml padre  era  el   blanco con botones dorados, el uniforme que Uevaba
 máximo representante del gobierno en Mahaut, el go­  en el desfile con que se celebraba el cumpleaños del
 bierno colonial le  proporcionaba toda clase de cosas   rey de Inglaterra.  Pero en aquel momento, cuando le
 para que se las diera gratuitamente a los más necesita�   negó los clavos a Lazarus, empezó a hacerse reai J  no
 dos cuando  sucedía  algún  desastre; en  el  caso  del   únJcamcnte mi padre, slno la persona <JUC quizá fuera
 huracán le habían proporcionado materiales de cons­  realmente, Y o   sabfa que renfa un enorme tonel Heno de
 trucción de no muy buena calidad. Mi padre disponía   clavos y otras cosas -en  un coberrizo que había en la
 de parte de ac 1 uellas cosas correctamente, entregándo-  parte trasera de la casa, así que en mi inocencia, con-



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