Page 163 - Autobiografia de mi Madre v.2
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que le agradecieran sus favores, y cogió encantado aquel recompensas de las gue nunca podría disfrutar, aun
huevo -era marrón con motas de un marrón más os que no debe de haberse dado cuenta de eso.
curo-� pero no hizo una tortilla ni ningún otro plato " E ra un hermoso día, un día tan hermoso que
con él, sino que lo puso bajo una gallina, otra gallina quedó grabado para siempre en mi memoria'\ me
que pertenecía a su madre, para que lo incubara junto decía mí padre, hablándome del día en que su padre
con otros huevos, y cuando Jos polluelos rompieron eI ernbarcó rumbo a Escocia; áquel barco no akanzó
cascarón, reclamó uno de ellos como suyo. Aquel po nunca su destino� así que aquel retrato que empezaba
lluelo se convirtió en una ga.IJína y puso huevos, y esos con la luz del sol acababa con el color negro del agua
huevos fueron incubados y se convfrdcrún en gallinas, helada, y el rostro de mi padre, la verdadera esencia de
y esas gallinas pusieron 1nás huev(>S y así sucesivamen mi padre, era el lienzo en el gue estaba pintado. Y o era
te, un e.ido sin fin sóJo interrumpldo por la venta de una niña pequeña, de sólo ocho años de edad, cuan
algunos huevos y algunas gallinas, a cambio de los cua do empezó a hablarme de ese importante detalle de
les conseguía un beneficio que se traducía en cuartos su vida 1 ia misrn.a edad que tenía él cuando se enteró
de penique, medios peniques y peniques. Después de de que nunca volvería a ver a su padre. Yo no era
a,¡ucllo nunca comió huevos (no en todo el tiempo ñsicamente vigorosa } tenía una vocecita débil, era níña >
que yo le conodJ ; después de aquello nunca comió con él hablaba sólo en inglés, en inglés correcto. Él se
pollo (no en todo cl tiempo que yo le conocí), limitán sentaba en una silla hecha con madera de la India, y
dose a acumular el cobre rojo del dinero y a lustrarlo los brazos de esa silla acababan en f o rma de garril, la
hasta gue le sacaba brillo para luego dárselo a su ma garra cerrada de un animal cuyo nombre yo no cono
dre, quien lo metía en un calcetín viejo que guardaba cía, igual que las dos patas delanteras, y yo me sentaba
día Y noche en la pechera. Cuando su padre decidió frente a él en un suelo que había sido encerado el dfa
visitar su tierra nata1 y emprendió el viaje de regreso a anterior y agarraba con fuerza la falda del vestido de
Escocia, luego se dijo que había acabado naufra¡, ,ando popelina blanca que llevaba puesto, y también la pope
)' pereciendo ahog ado en el mar, mi padre le dio a su lina procedía de algún lu¡, ,ar muy lejano; la habitación
padre los beneficios que había obtenido a partir de en la que nos sentábamos era la habitación que no tenía
ninguna utilidad concreta. Cuando hablaba de la últi
aquel primer huevo: un regalo. Se había convertido en ma vez que había visto a su padre, su rostro se
� na enorme cantidad, suficiente para comprar tc1a, tela convertía en una serie de referencias geométricas, li
inglesa, con la que pensaba hacerse un traje que llevaría
sólo los domjngos. Pero mi padtc nunca volvió a ver a neas reguJares e irregu l ares� angulos ab :rudos y suaves,
su padre, mi padre nunca volvió a ver sus beneficios, y las planas zonas bajo las mejillas cada vez más llenas y
puede ,¡ ue haya pasado el resto de su vida intentando redondeadas; adguidá el aspecto del niño gue había
una y otra vez encontrar y enfundarse aquel primer sido entonces, o por lo menos del niño que él pensaba
tta.fe con el que se había imaginado -aunque no creo que había sido entonces, y su voz se hacía líguída y
que él supiera que era eso lo gue estaba haciendo-, y blanda, áurea 1 como sl estuviera hablando de otra per
puede <Jue toda su vida haya consistido en una serie de sona, no de sí n1ismo > de alguien a quien hubiera
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