Page 84 - Fahrenheit 451
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-El tema favorito, yo. -Y, además, si el capitán Beatty se enterase de lo de
Miró de reojo a la pared. esos libros ... -Mildred recapacitó. Su rostro mostró sor
-El tema favorito, yo. presa y, después, horror-. ¡Podría venir y quemar la
-Eso sí que lo entiendo -dijo Mildred. casa y la «familia»! ¡Esto es horrible! Piensa en nuestra
-Pero el tema favorito de Clarisse no era ella. Era inversión. ¿Por qué he de leer yo? ¿Para qué?
cualquier otro, y yo. Fue la primera persona que he lle -¡Para qué! ¡Por qué! -exclamó Momag-. La otra
gado a apreciar en muchos años. Fue la primera persona noche, vi la serpiente más terrible del mundo. Estaba
9 ue recuerde que me mirase cara a cara, como si yo fuese muerta y, al mismo tiempo, viva. Fue en el Hospital de
importante. -Montag cogió los dos libros-. Esos hom Urgencia donde llenaron un informe sobre todo lo que la
bres llevan muertos mucho tiempo, pero yo sé que sus serpiente sacó de ti. ¿ Quieres ir y comprobar su archivo?
palabras señalan, de una u otra manera, a Clarisse. Quizás encontrases algo bajo Guy Montag o tal vez bajo
Por el exterior de la puerta de la calle, en la lluvia, se Miedo o Guerra. ¿Te gustaría ir a esta casa que quema
oyó un leve arañar. mos anoche? ¡ Y remover las cenizas buscando los huesos
Montag se inmovilizó. Vio que Mildred se echaba de la mujer que prendió fuego a su propia casa! ¿Qué me
hacia atrás, contra la pared, y lanzaba una exclamación dices de Clarisse McClellan? ¿Dónde hemos de buscarla?
ahogada. ¡En el depósito! ¡Escucha!
-Está cerrada. Los bombarderos atravesaron el cielo, sobre la casa,
-Hay alguien ... La puerta ... ¿Por qué la voz no nos silbando, murmurando, como un ventilador inmenso e
dice ... ? invisible que girara en el vacío.
Por debajo de la puerta, un olfateo lento, una excla -¡Válgame Dios! -dijo Montag-. Siempre tantos
mación de corriente eléctrica. chismes de ésos en el cielo. ¿ Cómo diantres están esos
Mildred se echó a reír. bombarderos ahí arriba cada segundo de nuestras vidas?
-¡No es más que un perro! ¿Quieres que lo ahu ¿ Por qué nadie quiere hablar acerca de ello? Desde 1960,
yente? iniciamos y ganamos dos guerras atómicas. ¿ Nos diverti
-¡Quédate donde estás! mos tanto en casa que nos hemos olvidado del mundo?
Silencio. La fría lluvia caía. Y el olor a electricidad ¿Acaso somos tan ricos y el resto del mundo tan pobre
azul soplando por debajo de la puerta cerrada. que no nos preocupamos de ellos? He oído rumores. El
- � igamos trabajando -dijo ontag con voz queda. mundo padece hambre, pero nosotros estamos bien ali
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M1ldred pego una patada a un libro. mentados. ¿Es cierto que el mundo trabaja duramente
-Los libros no son gente. Tú lees y yo estoy sin ha mientras nosotros jugamos? ¿ Es por eso que se nos odia
cer nada, pero no hay nadie. tanto? También he oído rumores sobre el odio, hace mu
Mont g contempló la sala de estar, totalmente apa chísimo tiempo. ¿Sabes tú por qué? ¡Yo no, desde luego!
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gada y gn co o las aguas de un océano que podían estar Quizá los libros puedan sacarnos a medias del agujero.
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llenas de vida si se conectaba el sol electrónico. Tal vez pudieran impedirnos que cometiéramos los mis
-En cambio -dijo Mildred-, mi «familia» sí es mos funestos errores. No oigo· a esos estúpidos en tu sala
gente. Me cuentan cosas. ¡Me río y ellos se ríen! ¡ Y los de estar hablando de ello. Dios, Millie, ¿no te das cuenta?
colores! Una hora al día, dos horas con estos libros, y tal vez ...
-Sí, lo sé. Sonó el teléfono. Mildred descolgó el aparato.