Page 83 - Fahrenheit 451
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Ambos leyeron durante toda la larga tarde, mientras la
fría lluvia de noviembre caía sobre la silenciosa casa. Per
manecieron sentados en el vestíbulo, porque la sala de es
tar aparecía vacía y poco acogedora en sus paredes ilumi
nadas de confeti naranja y amarillo, y cohetes, y mujeres
en trajes de lamé dorado, y hombres de frac sacando co
nejos de sombreros plateados. La sala de estar resultaba
muerta, y Mildred le lanzaba continuas e inexpresivas
miradas, en tanto que Montag andaba de un lado al otro
del vestíbulo para agacharse y leer una página en voz alta.
No podemos determinar el momento concreto en que
nace la amistad. Como al llenar un recipiente gota a gota,
hay una gota final que lo hace desbordarse, del mismo
modo, en una serie de gentilezas hay una final que ace
lera los latidos del corazón.
Montag se quedó escuchando el ruido de la lluvia.
-¿ Era eso lo que había en esa muchacha de al lado?
¡He tratado tanto de comprenderlo!
-Ella ha muerto. Por amor de Dios, hablemos de al
guien que esté vivo.
Montag no miró a su esposa al atravesar el vestíbulo y
dirigirse a la cocina, donde permaneció mucho rato, ob
servando cómo la lluvia golpeaba los cristales. Después,
regresó a la luz grisácea del vestíbulo y esperó a que se
calmara el temblor que sentía en su cuerpo.
Abrió otro libro.
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