Page 80 - Fahrenheit 451
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pezó a acariciar los libros, distraídamente, con el pulgar y
el índice. Se estremecía y, por encima de todo, deseaba
volver a guardar los libros en el hueco del ventilador,
pero comprendió que no podría enfrentarse de nuevo
con Beatty. Montag acabó por sentarse, en tanto que la
voz de la puerta de la calle volvía a hablar, con mayor in
sistencia. Montag cogió del suelo un volumen pequeño.
-¿Por dónde empezamos? -Abrió a medias un libro
y le echó una ojeada-. Supongo que tendremos que em
pezar por el principio.
-El volverá -dijo Mildred-, y nos quemará a noso Segunda parte
tros y a los libros.
La voz de la puerta de la calle fue apagándose por fin.
Reinó el silencio. Montag sentía la presencia de alguien al LA CRIBA Y LA ARENA
otro lado de la puerta, esperando, escuchando. Luego,
oyó unos pasos que se alejaban.
-Veamos lo que hay aquí -dijo Montag.
Balanceó estas palabras con terrible concentración.
Leyó una docena de páginas salteadas y, por último, en
contró esto:
-Se ha calculado que, en épocas diversas, once mil
personas han preferido morir antes que someterse a rom
per los huevos por su extremo más afilado.
Mildred se le quedó mirando desde el otro lado del
vestíbulo.
-¿Qué significa esto? ¡Carece de sentido! ¡El capitán
tenía razón!
-Bueno, bueno -dijo Montag-. Volveremos a em
pezar. Esta vez, por el principio.