Page 111 - Fahrenheit 451
P. 111

-He de participarle que no he dicho ni una sola pala-
 otro  tan  alto.  Además,  tartamudeaba.  La  mitad  del   bra acerca de ninguna guerra -replicó Mrs. Phelps.
 tiempo no entendí lo que decía. Y no podía entender las   -En cuanto a la poesía, la detesto -djo Mrs. Bowles.
 palabras que oía.
 -También estaba gordo y no intentaba disimularlo  -¿Ha leído alguna?
 con su modo de vestir. No es extraño que la masa votara   -Montag. -La voz de Faber resonó en su interior-.
 por  Winston  Noble.  Incluso  los hombres  ayudaron.   Lo hundirá todo. ¡Cállese, no sea estúpido!
             Las tres mujeres se habían puesto en pie.
 C: omparad a Winston �oble con Hubber Hoag durante   -¡Siéntense!
 diez segundos, y ya casi pueden adivinarse los resultados.
 -¡Maldita sea!  -gritó Montag-. ¿Qué saben  uste­  Se sentaron.
 des de Hoag y de Noble?   -Me marcho a casa -tartamudeó Mrs. Bowles.
 -¡Ca a ba! No hace ni seis meses que estuvieron en  -Montag,  Montag,  por  favor,  en  nombre de Dios,
 � �
 _
 esa m1smIS1ma pared.  Uno de ellos  se rascaba incesante­  ¿qué se propone usted? -suplicó Faber.
             -¿Por qué no nos lee usted uno de esos poemas de su
 mente la nariz. Me ponía muy nerviosa.   librito? -propuso Mrs. Phelps-. Creo que sería muy
 -Bueno, Mr. Montag -dijo Mrs. Phelps-, ¿querría
 que votásemos por un hombre así?   interesante.
             -¡Eso no está bien! -gimió Mrs. Bowles-. No po­
 Mildred mostró una radiante sonrisa.
 -Será mejor que te  apartes  de  la  puerta,  Guy,  y no  demos hacerlo.
 _
 nos pongas nerv10sas.   -Bueno, mira a Mr. Montag, él lo desea, se nota. Y si
 Pero Montag se marchó y regresó al  instante con un   escuchamos atentamente, Mr.  Montag estará contento y,
 libro en la mano.   luego, quizá podamos dedicarnos a otra cosa.
 -¡Guy!      La mujer miró, nerviosa, el extenso vacío de las pare­
 -¡Maldito sea todo, maldito sea todo, maldito sea!   des que les rodeaban.
             -Montag, si sigue con esto cortaré la  comunicación,
 -¿Qué ti nes ahí? ¿�o es un libro? Creía que, ahora,
 :
 toda  la ensenanza especial se hacía ,mediante  películas.   cerraré todo contacto -susurró el auricular en su oído-.
 -Mrs. Phelps parpadeó-. ¿ Está estudiando la teoría de  ¿ De qué sirve esto, qué desea demostrar?
             -¡Pegarles un susto tremendo,  sólo eso!  ¡Darles un
 los bomberos?
 -¡Al diablo la teoría! -dijo Montag-. Esto es poesía.   buen escarmiento!
 -Montag.    Mildred miró a su alrededor.
 Un susurro.  -Oye, Guy, ¿con quién estás hablando?
 -¡Dejadme tranquilo!  Una aguja de plata taladró el cerebro de Montag.
 Montag  se  dio  cuenta·  de  que  describió  un  gran  -Montag, escuche, sólo hay una escapatoria, diga que
 círculo, mientras gritaba y gesticulaba.   se trata de una broma, disimule, finja no estar enfadado.
 -Montag, deténte, no ...  Luego,  diríjase al incinerador de  pared y  eche  el  libro
 -¿ Las has oído, has oído a esos monstruos hablar de  dentro.
 monstruos?  ¡Oh, Dios! ¡De qué modo charlan  sobre la   Mildred anticipó esto con voz temblorosa.
             -Amigas, una vez al año, cada bombero está autori­
 gente .  y  sobre sus propios hijos y sobre ellas mismas, y  zado para llevarse a casa un  libro de los viejos tiempos,
 cambien respecto a sus esposos, y sobre la guerra, maldi­
 tas sean!, y aquí están, y no puedo creerlo.   a  fin  de mostrar  a  su  familia  cuán  absurdo era  codo,
                                                        109
 108
   106   107   108   109   110   111   112   113   114   115   116