Page 173 - 1984
P. 173
¿Entendido?
—Sí —dijo Winston.
O'Brien adoptó una actitud menos severa. Se ajustó pensativo las gafas y
anduvo unos pasos por la habitación. Cuando volvió a hablar, su voz era suave
y paciente. Parecía un médico, un maestro, incluso un sacerdote, deseoso de
explicar y de persuadir antes que de castigar.
—Me estoy tomando tantas molestias contigo, Winston, porque tú lo
mereces. Sabes perfectamente lo que te ocurre. Lo has sabido desde hace
muchos años aunque te has esforzado en convencerte de que no lo sabías.
Estás trastornado mentalmente. Padeces de una memoria defectuosa. Eres
incapaz de recordar los acontecimientos reales y te convences a ti mismo
porque estabas decidido a no curarte. No estabas dispuesto a hacer el pequeño
esfuerzo de voluntad necesario. Incluso ahora, estoy seguro de ello, te aferras
a tu enfermedad por creer que es una virtud. Ahora te pondré un ejemplo y te
convencerás de lo que digo. Vamos a ver, en este momento, ¿con qué potencia
está en guerra Oceanía?
—Cuando me detuvieron, Oceanía estaba en guerra con Asia Oriental.
—Con Asia Oriental. Muy bien. Y Oceanía ha estado siempre en guerra
con Asia Oriental, ¿verdad?
Winston contuvo la respiración. Abrió la boca para hablar, pero no pudo.
Era incapaz de apartar los ojos del disco numerado.
—La verdad, por favor, Winston. Tu verdad. Dime lo que creas recordar.
—Recuerdo que hasta una semana antes de haber sido yo detenido, no
estábamos en guerra con Asia Oriental en absoluto. Éramos aliados de ella. La
guerra era contra Eurasia. Una guerra que había durado cuatro años. Y antes
de eso...
O'Brien lo hizo callar con un movimiento de la mano.
—Otro ejemplo. Hace algunos años sufriste una obcecación muy seria.
Creíste que tres hombres que habían sido miembros del Partido, llamados
Jones, Aaronson y Rutherford —unos individuos que fueron ejecutados por
traición y sabotaje después de haber confesado todos sus delitos—; creíste,
repito, que no eran culpables de los delitos de que se les acusaba. Creíste que
habías visto una prueba documental innegable que demostraba que sus
confesiones habían sido forzadas y falsas. Sufriste una alucinación que te hizo
ver cierta fotografía. Llegaste a creer que la habías tenido en tus manos. Era
una foto como ésta.
Entre los dedos de O'Brien había aparecido un recorte de periódico que
pasó ante la vista de Winston durante unos cinco segundos. Era una foto de