Page 50 - Historias de Cronopios y Famas
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Bebimos tanto nebiolo que mi hermana la menor acabó manera tal que su aceptación o su rechazo carezcan de
destendiendo la mesa con el rastrillo. En esa época éra importancia. En los instantes que uno sentiría la tenta
mos más jóvenes. ción de llamar cruciales -quizá por los dos tablones,
Ahora que el experimento ha dado los resultados quizá por mero lugar común-, la familia se siente poseí
que conocemos, puedo facilitar detalles del posado. da de una exaltación extraordinaria; mi madre no disi
Quizá lo más difícil sea todo lo que se refiere al ambien mula las lágrimas y mis primas carnales tejen y destejen
te, pues se requiere una habitación con el mínimo de convulsivamente los dedos. Posar el tigre tiene algo de
muebles, cosa rara en la calle Humboldt. En el centro se total encuentro, de alineación frente a un absoluto; el
coloca el dispositivo: dos tablones cruzados, un juego de equilibrio depende de tan poco y lo pagamos a un pre
varillas elásticas y al gun as jarras de barro con leche y cio tan alto, que los breves instantes que siguen al posa
agua. Posar el tigre no es demasiado difícil, aunque do y que deciden de su perfección nos arrebatan como
puede ocurrir que la operación fracase y haya que repe de nosotros mismos, arrasan con la tigredad y la huma
tirla; la verdadera dificultad empieza en el momento en nidad en un solo movimiento inmóvil que es vértigo,
que ya posado, el tigre recobra la libertad y opta -de pausa y arribo. No hay tigre, no hay familia, no hay
múltiples maneras posibles- por ejercitarla. En esta posado. Imposible saber lo que h : un temblor que no
ay
etapa, que llamaré intermedia, las reacciones de mi fami es de esta carne, un tiempo central, una columna de con
lia son fundamentales; todo depende de cómo se con tacto. Y después salimos todos al patio cubierto, y nues
duzcan mis hermanas, de la habilidad con que mi padre tras tías traen la sopa como si algo cantara, como si fué
vuelva a posar el tigre, utilizándolo al máximo como un ramos a un bautismo.
alfarero su arcilla. La menor falla sería la catástrofe, los
fusibles quemados, la leche por el suelo, el horror de
unos ojos fosforescentes rayando las tinieblas, los cho
rros tibios a cada zarpazo; me resisto a imaginarlo
siquiera, puesto que hasta ahora hemos posado el tigre
sin consecuencias peligrosas. Tanto el dispositivo como
las diferentes funciones que debemos desempeñar todos,
desde el tigre hasta mis primos segundos, parecen efica
ces y se articulan armoniosamente. Para nosotros el
hecho en sí de posar el tigre no es importante, sino que
la ceremonia se cumpla hasta el final sin transgresión. Es
preciso que el tigre acepte ser posado, o que lo sea de
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