Page 45 - Historias de Cronopios y Famas
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(aunque tampoco sabemos de ningún caso parecido) Tía en dificultades
o un depósito de algún silicato u óxido cualquiera pro
ducido por una larga permanencia contra una superficie
húmeda. Es probable que avancemos así por diversos
tramos de cañerías menores y mayores, hasta llegar a ese
sitio donde ya nadie se decidirá a penetrar: el caño maes
tro enfilado en dirección al río, la reunión torrentosa de
los detritus en la que ningún dinero, ninguna barca, nin
gún soborno nos permitirán continuar la búsqueda.
Pero antes de eso, y quizá mucho antes, por ejem ¿Por qué tendremos una tía tan temerosa de caerse
plo a pocos centímetros de la boca del lavabo, a la altu de espaldas? Hace años que la familia lucha para curar
ra del departamento del segundo piso, o en la primera la de su obsesión, pero ha llegado la hora de confesar
cañería subterránea, puede suceder que encontremos el nuestro fracaso.�Por más que hagamos,'tía tiene miedo
pelo. Basta pensar en la alegría que eso nos produciría, de caerse de espaldas; y su inocente manía nos afecta a
en el asombrado cálculo de los esfuerzos ahorrados por todos1 empezando por mi padre, que fraternalmente la
pura buena suerte, para escoger, para exigir práctica acompaña a cualquier parte y va mirando el piso para que
mente una tarea semejante, que todo maestro conscien tía pueda caminar sin preocupaciones, mientras mi
te debería aconsejar a sus alumnos desde la más tierna madre se esmera en barrer el patio varias veces al día,
infancia, en vez de secarles el alma con la regla de tres mis hermanas recogen las ·pelotas de tenis con que se
compuesta o las tristezas de Cancha Rayada. divierten inocentemente en la terraza y mis primos
borran toda huella imputable a los perros, gatos, tortu
gas y gallinas que proliferan en casa. Pero no sirve de
nada tía sólo se resuelve a cruzar las habitaciones des-
'
pués de un largo titubeo, interminables observaciones
oculares y palabras destempladas a todo chico que ande
por ahí en ese momento. Después se pone en marcha,
apoyando primero un pie y moviéndolo como un boxea
dor en el cajón de resina, después el otro, trasladando el
cuerpo en un desplazamiento que en nuestra infancia
nos parecía majestuoso, y tardando varios minutos para
ir de una puerta a otra. Es algo horrible.
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