Page 53 - Historias de Cronopios y Famas
P. 53

Conducta en los velorios   porque lloran apenas ven  entrar a alguien, y vamos
        a inclinarnos ante el difunto, escoltados por algún parien­
        te cercano. Una o dos horas después toda la familia está
        en la casa mortuoria, pero aunque los vecinos nos cono­
        cen bien, procedemos como si cada uno hubiera venido
        por  su cuenta y  apenas  hablamos  entre  nosotros.  Un
        método preciso ordena nuestros actos, escoge los inter­
        locutores con quienes  se departe en  la cocina, bajo el
        naranjo, en los dormitorios, en el zaguán, y de cuando
 No vamos por el anís, ni porque hay que· ir. Ya se   en cuando se sale a fumar al patio o a la calle, o se da una
 habrá sospechado:  vamos porque no podemos soportar   vuelta a la manzana para ventilar opiniones políticas y
 las  formas  más  solapadas  de  la  hipocresía.  Mi  prima   deportivas. No nos lleva demasiado tiempo sondear los
 segunda la mayor se encarga de cerciorarse de la índole   sentimientos de los deudos más inmediatos, los vasitos

 del duelo, y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo  de cañá, el mate dulce y los Particulares livianos son el
 único que les queda a esos hombres y mujeres entre el   puente confidencial; antes de medianoche estamos segu­
 olor a nardos y a café, entonces nos quedamos en casa y   ros, podemos actuar sin remordimientos. Por lo común
 los acompañamos desde lejos. A lo sumo mi madre va un   mi hermana la menor se encarga de la primera escara­
 rato y saluda en nombre de la familia; no nos gusta inter­  muza; diestramente ubicada a los pies del ataúd, se tapa
 poner insolentemente nuestr vida ajena a ese diálogo   los ojos con un pañuelo violeta y empieza a llorar, pri­
 �
 con la sombra. Pero si de la pausada investigación de mi   mero ,en  silencio,  empapando  el  pañuelo  a  un  punto
 prima surge la sospecha de que en un patio cubierto o en   increíble,  después  con  hipos y  jadeos,  y  finalmente  le
 la sala se han armado los trípodes del camelo, entonces   acomete  un  ataque  terrible  de  llanto  que  obliga  a  las
 la familia se pone sus mejores trajes, espera a que el velo­  vecinas  a llevarla a la cama preparada para esas  emer­
 rio esté a punto,  y se va presentando de a poco  pero   gencias, darle a oler agua de azahar y consolarla, mien­
 implacablemente.   tras  otras  vecinas  se  ocupan  de  los  parientes  cercanos
 En Pacífico las cosas ocurren  casi  siempre en un   bruscamente contagiados por la crisis. Durante un rato
 patio con macetas y música de radio. Para estas ocasio­  hay un amontonamiento de gente en la puerta de la capi­
 nes los vecinos condescienden a apagar las radios, y que­  lla  ardiente,  preguntas  y noticias  en voz baja,  encogi­
 dan solamente los jazmines y los parientes, alternándose   mientos de hombros por parte de los veéinos. Agotados
 contra las paredes. Llegamos de a uno o de a dos, salu­  por un esfuerzo en que han debido emplearse a fondo,
 damos a los deudos, a quienes se reconoce fácilmente   los deudos amenguan en sus manifestaciones, y en ese

 50                              51
   48   49   50   51   52   53   54   55   56   57   58