Page 64 - Las Chicas de alambre
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—Gracias por su ayuda —le tendí la mano, sin tentar más a mi suerte.
               —¿Si la encuentra, publicará... ?

               —Sí.
               Pensé que iba a pedirme que le enviara la revista. No lo hizo. Debió de entender que la
               exclusiva también sería publicada en Estados Unidos. Las Wire-girls nacieron en una
               revista americana.
               —Yo que usted me llevaría un cuadro de Jason Constanti.
               Jason Constanti era el colorista de los grandes tamaños.
               —Llevo muy poco equipaje —le sonreí.

               Dejamos de estrecharnos la mano y se metió dentro. Yo no encontré un maldito taxi hasta
               veinte minutos después.

               Y eso, en Nueva York, es mucho tiempo.


                                                           XIX



               De Nueva York a Los Ángeles, de costa Este a costa Oeste, hay cinco horas de vuelo,
               pero nuevamente contra el Sol; así que a las seis horas de diferencia con relación a
               Europa, tuve que sumarle otras tres de diferencia entre costas. La suma representaba que
               yo llevaba algo así como un día y medio sin dormir desde que amanecí en París, y que
               eran las no-sé-cuántas de la madrugada o prácticamente el amanecer, aunque en Los
               Ángeles fuese poco menos de media noche.
               O sea, que alquilé un coche en el aeropuerto, porque en Los Ángeles sin un vehículo no
               eres nadie y ya puedes gastar los ahorros en taxis, y me dirigí directo al Westwood Hotel,
               en la zona de Westwood, donde se ubica la famosa UCLA, Universidad de California Los
               Ángeles. Por algún motivo, es la zona de la megaurbe que más me gusta. Nueva York es
               el espacio vertical; Los Ángeles, el espacio horizontal. Una ciudad-Estado con calles-
               autopista de cien kilómetros de largo. Abrumadora. Pero Westwood aún respira el tono
               preciso para sentirse un poco bien. Amo Nueva York, pero odio Los Ángeles. Creo que
               un día estallará y se hundirá en sí misma. Los viejos mitos, Hollywood Boulevard, Sunset
               Boulevard, Bel Air, Beverly Hills, Santa Ménica... Todo vive una espiral de violencia
               creciente que apabulla. Sólo en las playas de Venice o de Manhattan Beach se respira un
               poco de paz y fantasía.

               Me costó mucho dormir. Empecé a dar vueltas en la cama y tuve que tomarme una
               aspirina, que es el mejor de los calmantes-sedantes-somníferos que conozco. Tenía la
               cabeza llena de avión y de Vania. Cerraba los ojos y la veía a ella. Me dormía un poco y
               estaba todavía metido en el  boeing.  Volvía a despertar y racionalizaba lo que había
               averiguado: apenas nada. Lo peor era que llegaba a mis últimas pistas. Después de ver a
               los padres de Jess Hunt ya no me quedaría demasiado. Aún no estaba seguro de querer
               ver a los padres de Nicky Harvey. Posiblemente hiciese el mejor artículo de mi vida,
               porque me sentía muy implicado; pero de ahí a poder decir que Vania vivía o estaba en
               alguna parte concreta...
               La modelo que había enamorado a miles de personas, estuvo sola, siempre sola.
               Únicamente, un nuevo personaje que sumar al caso.
               La tal Noraima.



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