Page 46 - Las Chicas de alambre
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acusado, y aún más que muriera de una sobredosis antes de que terminara el juicio. Todo
el mundo acabó incluso más convencido de que había sido él; pero si le hubiera
conocido. ¡Por Dios! No, no, imposible.
—¿Cómo recuerda el último año de las Wire-girls?
—Con amargura, aunque lo que les pasó después a Jess y a Vania... a mí me dio igual. La
primera en morir fue Cyrille.
—¿Sabe cómo pilló el sida?
—Una jeringuilla compartida. Sólo pudo ser eso. No creo que fuera algo sexual.
—¿Entiende su muerte?
—Sí —asintió—. Todo lo que tenía Cyrille era su belleza, su éxito, su fama. Era su
venganza contra el mundo, contra el padre que le hizo la ablación de clítoris y luego la
vendió por unos camellos, contra los hombres que la deseaban sin saber que ella no podía
desear a nadie. Su belleza lo era todo. Por eso se mató. No quiso verse destruida.
—¿Jess?
—Ya no lo sé —reconoció—. Tal vez estuviera afectada por lo de Cyrille y se pasó con
la dosis, o tal vez fue una casualidad. ¿Cómo saberlo? Fue triste. Y tras eso se
desencadenaron los acontecimientos: la muerte de Pleyel, la detención de Nicky Harvey,
la muerte de Harvey... En el juicio, Vania estuvo tan sola... Yo la vi en él. Fui a un par de
sesiones, aunque ni siquiera hablamos. Era como una sombra. Parecía a punto de
quebrarse, o de desaparecer, de delgada que estaba. Piel y huesos. Un día dejé de oír
hablar de ella y... hasta hoy. El tiempo ha pasado muy rápido, como siempre. Ni siquiera
sé si está viva o muerta.
Me miró esperando que se lo aclarara, pero yo sostuve esa mirada sin saber qué decirle.
XIV
La hemeroteca del Liberation estaba debidamente informatizada, así que me costó poco
encontrar todos los datos relativos al suicidio de Cyrille, la muerte de Jess Hunt, el
asesinato de Jean Claude Pleyel, la detención de Nicky Harvey, el juicio y finalmente la
muerte del novio de Jess debido a otra sobredosis. Todo había sucedido allí, en París, así
que los medios informativos de una década antes lo habían cubierto con exhaustividad y
rigor.
Disponía de tiempo, así que me lo tomé con calma. Toda la tarde. Mi segunda cita en
París, ésta ya acordada, era con Trisha Bonmarchais, la viuda de Jean Claude Pleyel y
actual propietaria de la Agencia Pleyel. Eso sería al día siguiente por la mañana. No me
había costado mucho conseguirla. Zonas Interiores es conocida en los lugares adecuados
de muchas partes. Incluso dispondría de unas horas libres para darme una vuelta por la
Defense o el nuevo Louvre.
En torno a la muerte de Cyrille, de cuanto leí, nada me sirvió en exceso. Los datos los
tenía ya en mis archivos. La famosa top había sido encontrada en su apartamento parisino
por su asistenta, ya cadáver, después de haber ingerido la noche anterior un cóctel de
pastillas y fármacos diversos. No dejó ninguna nota, por lo cual no se supo inicialmente
el motivo de su suicidio. Incluso se especuló con el factor «accidente» para justificar su
deceso. Pero en días sucesivos las noticias completaron el cuadro. En primer lugar, la
autopsia demostró que no pudo haber tomado todo lo que se tomó por accidente. En
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