Page 82 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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-¡Comió la avena! ¡El hombre viene! ¡Viene el hombre! LOSMENSÚ
-lanzó la vaquilla locuaz.
En efecto, el hombre acababa de salir del rancho y
avanzaba hacia el toro. Traía el palo en la mano, pero no parecía
iracundo; estaba sí muy serio y con el ceño contraído.
El animal esperó a que el hombre llegara frente a él, y Cayetano Ma_idana y Esteban Podeley, peones de obraje,
entonces dio principio a los mugidos de siempre, con fintas volvían a P�sadas en el Sílex con quince compañeros. Podeley,
de cornadas. El hombre avanzó más, el toro comenzó a labrador de madera, tomaba a los nueve meses, la contrata con
retroceder, berreando siempre y arrasando la avena con sus cluida y con pasaje gratis por lo tantn Cayé -mensualero
bestiales cabriolas. Hasta que, a diez metros ya del camino, llegaba en iguales condiciones, mas al año y medio, tiempo
volvió grupas con un postrer mugido de desafío burlón y se que había necesitado para cancelar su cuenta.
lanzó sobre el alambrado. Flacos, despeinados, _en calzoncillos, la camisa abierta
-¡ Viene Barigüí! ¡Él pasa todo! ¡Pasa alambre de púas! en largos tajos, descalzos como la mayoría, sucios como todos
-alcanzaron a clamar las vacas. ellos, los dos mensú devoraba_n con los ojos la capital del bosque,
Con el impulso de su pesado trote, el enorme toro bajó Jerusalén y Gólgota de sus vidas. ¡Nueve meses allá arriba! ¡Año
el testuz y hundió la cabeza entre los dos hilos. Se oyó un y medio! Pero volvían por fin, y el hachazo aún doliente de la
agudo gemido de alambre, un estridente chirrido se propagó vida del obraje era apenas un roce de astillas ante el rotundo goce
de poste a poste hasta el fondo, y el toro pasó. que olfateaban allí.
Pero de su lomo y de su vientre, profundamente De cien peones, sólo dos llegan a Posadas con haber. Para
canalizados desde el pecho hasta la grupa, llovían ríos de esa gloria de una semana a que los arrastra el río aguas abajo,
sangre. La bestia, presa de estupor, quedó un instante atónita cuentan con el anticipo de una nueva contrata. Como intermedia
y temblando. Se alejó en seguida al paso, inundando el pasto rio y coadyuvante, espera en la playa un grupo de muchachas ale
de sangre, hasta que, a los veinte metros se echó, con un ronco gres de carácter y de profesión, ante las cuales los mensú sedien
suspiro. tos lanzan su ¡ ahijú ! de urgente locura.
A mediodía, el polaco fue a buscar a su toro, y lloró en Cayé y Podeley bajaron tambaleantes de orgía pregustada, y
falsete ante el chacarero impasible. El animal se había rodeados de tres o cuatro amigas se hallaron en un momento ante
levantado, y podíá caminar. Pero su dueño, comprendiendo la cantidad suficiente de caña para colmar el hambre de eso de un
que le costaría mucho curarlo -si esto aún era posible-, lo mensú.
carneó esa tarde. Y el día siguiente tocó le en suerte al malacara Un instante después estaban borrachos, y con nueva contrata
llevar a su casa en la maleta dos kilos de carne del toro muerto. firmada. ¿En qué trabajo? ¿En dónde? No Jo sabían,
ni les importaba tampoco. Sabían, sí, que tenían cuarenta
pesos en el bolsillo, y facultad para llegar a mucho más en
gastos. Babeantes de descanso y dicha alcohólica, dóciles y
torpes, siguieron ambos a las muchachas a vestirse. Las
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