Page 78 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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El chacarero se fue. Es como lo anterior evidente que el La pareja prosiguió su camino y momentos después,
maligno polaco, riéndose una vez más de las gracias del ante el campo lil?re que se abría frente a ellos, los dos caballos
animal, compadeció, si cabe en lo posible, a su vecino que iba bajaron la cabeza a comer, olvidándose de las vacas.
a construir un alambrado infranqueable por su toro. De seguro Tarde ya, cuando el sol acababa de entrar, los dos
se frotó lds manos: caballos se acordaron del maíz y emprendieron el regreso.
-¡Mí no podrán decir nada esta vez si toro come toda Vieron en el camino al chacarero, que cambiaba todos los
avena! postes de su alambrado, y a un hombre rubio que, detenido a
Los caballos reemprendieron de nuevo el camino que los su lado a caballo, lo miraba trabajar.
alejaba de su chacra y un rato después llegaban al lugar en que -Le digo que va a pii.sar -decía el pasajero.
Barigüí había cumplido su hazaña. La bestia estaba allí siem -No pasará dos veces -replicaba el chacarero.
pre, inmóvil en medio del camino, mirando con solemne -¡Usted verá! ¡Esto es un juego para el maldito toro del
vaciedad de ideas desde hacía un cuarto de hora un punto fijo polaco! ¡Va a pasar!
a la distancia. Detrás de él, las vacas dormitaban al sol ya -No pasará dos veces--repetía obstinadamente el
caliente, rumiando. otro.
Pero cuando los pobres caballos pasaron por el camino, Los caballos siguieron, oyendo aún palabras cortadas:
ellas abrieron los ojos despreciativas: -¡ ... reír!
-Son los caballos. Querían pasar el alambrado. Y -... veremos.
tienen soga. Dos minutos más tarde, el hombre rubio pasaba a su lado
-¡Barigüí sí pasó! a trote inglés. El malacara y el alazán, algo sorprendidos de
-A los caballos, un solo hilo los contiene. aquel paso que no conocían, miraron perderse en el valle al
-Son flacos. hombre presuroso.
Esto pareció herir en lo vivo al alazán, que volvió la -¡Curioso! -observó el malacara después de largo
cabeza: rato-. El caballo va al trote y el hombre al galope ...
-Nosotros no estamos flacos. Ustedes sí están. No va a
Prosiguieron. Ocupaban en ese momento la cima de la
pasar más aquí -añadió, señalando con los belfos los alam loma, como esta mañana. Sobre el frío cielo crepuscular, sus
bres caídos, obra de Barigüí.
-¡Barigüí pasa siempre! Después pasamos nosotras. siluetas se destacaban en negro, en mansa y cabizbaja pareja,
Ustedes no pasan. el malacara delante, el alazán detrás. La atmósfera, ofuscada
-No va a pasar más. Lo dijo el hombre. durante el día por la excesiva luz del sol, adquiría a esa
-Él comió la avena del hombre. Nosotras pasamos semisombra una transparencia casi fúnebre. El viento había
después. cesado por completo, y con la calma del atardecer, en el que
El caballo, por mayor intimidad de trato, es sensible el termómetro comenzaba a caer velozmente, el valle helado
mente más afecto al hombre que la vaca. De aquí que el expandía su penetrante humedad, que se condensaba en
malacara y el alazán tuvieran fe en el alambrado que iba a rastreante neblina en el fondo sombrío de las vertientes.
construir el hombre. Revivía, en la tierra ya enfriada, el invernal olor de pasto
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