Page 75 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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desde esa madrugada alta idea de sí mismos. Ni tranquera, ni soras de chacras y el Código Rural, tampoco pasaban la
alambrado, ni monte, ni desmonte, nada fuera obstáculo para tranquera.
ellos. Habían visto cosas extraordinarias, salvado dificultades -Esta tranquera es mala -objetó la vieja madre-.
no creíbles; y se sentían gordos, orgullosos y facultados para ¡Él, sí! C rre los palos con los cuernos.
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tomar la decisión más estrafalaria que ocurrírseles pudiera. -¿Quién? -preguntó el alazán.
En este estado de énfasis, vieron a cien metros de ellos Todas las vacas, sorp1endidas de esa ignorancia,
varias vacas detenidas a orillas del camino; y encaminándose volvieron la cabeza al alazán.
allá llegaron a la tranquera cerrada con cinco robustos palos. -¡El toro, Barigüí! Él puede más que los alambrados
Las vacas estaban inmóviles, mirando fijamente el verde malos.
paraíso inalcanzable. -¿Alambrados ... ? ¿Pasa?
-¿Por qué no entran? -preguntó el alazán a las vacas. -¡Todo! Alambre de púas también. Nosotras pasamos
-Porque no se puede -le respondieron. después.
-Nosotros pasamos por todas partes -afirmó el ala- Los dos caballos, vueltos ya a su pacífica condición de
zán, altivo-. Desde hace un mes pasamos por todas partes. animales a los que un solo hilo contiene, se sintieron
Con el fulgor de su aventura, los caballos habían perdido ingenuamente deslumbrados por aquel héroe capaz de afrontar
sinceramente el sentido del tiempo. Las vacas no se dignaron el alambre de púas, la cosa más terrible que puede hallar el
siquiera mirar a los intrusos. deseo de pasar adelante.
-Los caballos no pueden -dijo una vaquillona move
De pronto, tas vacas se removieron mansamente: a lento
diza-. Dicen eso y no pasan por ninguna parte. Nosotras sí paso llegaba el toro. Y ante aquella chata y obstinada fente
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pasamos por todas partes. dirigida en tranquila recta a la tranquera, los caballos
-Tienen soga -añadió una vieja madre sin volver la comprendieron humildemente su inferioridad.
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cabeza. Las vacas se apartaron y Barigüf, pasando el testuz baJo
-¡Yo no, yo no tengo soga! -respondió vivamente el una tranca, intentó hacerla correr a un lado.
alazán-. Yo vivía en las capueras y pasaba. Los caballos levantaron las orejas, admirados, pero la
-¡Sí, detrás de nosotras! Nosotras pasamos y ustedes tranca no corrió. Una tras otra, el toro probó sin resultado su
no pueden. esfuerzo inteligente: el chaca_rero, dueño feliz de la plantación
La vaquillona movediza intervino de nuevo: de avena, había asegurado la tarde anterior los palos con cuñas.
-El patrón dijo el otro día: A los caballos, con un solo
El toro no intentó más. Volviéndose con pereza, olfateó
hilo se los contiene. ¿ Y entonces ... ? ¿ Ustedes no pasan? a lo lejos, entrecerrando los ojos, y costeó luego el alambrado,
-No, no pasamos- repuso sencillamente el malacara,
convencido por la evidencia. con ahogados mugidos sibilantes.
Desde la tranquera, los caballos y las vacas miraban. En
-¡Nosotras, sí! determinado lugar, el toro pasó los cuernos bajo el alambre de
Al honrado malacara, sin embargo, se le ocurrió de
pronto que las vacas, atrevidas y astutas, impertinentes inva- púas, tendiéndolo violentamente hacia arriba con el tesh1z y la
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