Page 13 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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VERANO        Fue allá. Una súbita carrera por el patio respondió al
          timbre, y Lidia, para detener el impulso, tuvo que cogerse
 El 13 de junio, Nébel volvió a Concordia, y aunque supo desde   violentamente a la puerta vidriera. Vio a Nébel, lanzó una
 el primer momento que Lidia estaba allí, pasó una semana sin   exclamación,  y ocultando con sus brazos la ligereza de su
 inquietarse poco ni mucho por ella. Cuatro meses son plazo   ropa, huyó más velozmente aún.
 sobrado para un relámpago de pasión, y apenas si en el agua   Un instante después,  la madre abría el consultorio,  y
 dormida de su alma el último resplandor alcanzaba a rizar su   acogía a su antiguo conocido con más viva complacencia que
 amor  propio.  Sentía, sí, curiosidad de  verla.  Hasta  que un   cuatro meses atrás. Nébel no cabía en sí de gozo; y como la
 nimio incidente, punzando su vanidad, lo arrastró de nuevo. El   sefiora no parecía inquietarse por las preocupaciones jurídicas
 primer domingo, Nébel, como todo buen chico de pueblo,   de Nébel, éste prefirió también un millón de veces su presen­
 esperó en la esquina la salida de misa. Al fin, las últimas acaso,   cia a la del abogado.
 erguidas y mirando adelante, Lidia y su madre avanzaron por   Con  todo,  se  hallaba  sobre  ascuas  de  una  felicidad
 entre la fila de muchachos.   demasiado ardiente. Y como tenía dieciocho años, deseaba
 Nébel, al verla de nuevo, sintió que sus ojos se dilataban   irse de una vez para gozar a solas, y sin cortedad, su inmensa
 para sorber en toda su plenitud la figura bruscamente adorada.   dicha.
 Esperó con ansia casi dolorosa el instante en que los ojos de   -¡Tan pronto, ya!  -le dijo la sefiora-. Espero que
 ella, en un súbito resplandor de dichosa sorpresa, lo reconoce­  tendremos el gusto de verlo otra vez ... ¿No es verdad?
 rían entre el grupo.   -,¡Oh, sí, señora!
 Pero pasó, con su mirada fría fija adelante.   -En casa, todos tendríamos mucho placer ... ¡Supongo
 -Parece que no se acuerda más de ti -le dijo un amigo,  que todos! ¿Quiere que consultemos?-se sonrió con mater­
 que a su lado. había seguido el incidente.   nal burla.
 -¡No mucho! -se sonrió él-. Y es lástima, porque la   -¡Oh, con toda el alma! -repuso Nébel.
 chica me gustaba en realidad.   -¡Lidia! ¡Ven un momento! Hay aquí una persona a
 Pero cuando estuvo solo, se lloró a sí mismo su desgra­  quien conoces.
 cia. ¡Y ahora que había vuelto a verla! ¡Cómo, cómo la había   Lidia  llegó  cuando  él  estaba  ya  de  pie.  Avanzó  al
 querido siempre, él que creía no acordarse más! ¡Y acabado!   encuentro deNébel, los ojos centelleantes de dicha, y le tendió
 "¡Pum, pum, pum! -repetía sin darse cuenta-. ¡Pum! ¡Todo   un gran ramo de violetas, con adorable torpeza.
 ha concluido!"   -Si a  usted  no le  molesta  -prosiguió  la madre-,
 De golpe:"¿ Y si no me hubieran visto? ... ¡Claro! ¡Pero   podría venir todos los lunes ... ¿Qué le parece?
 claro!"  Su  rosto  se  animó  de  nuevo,  y  acogió  esta  vaga   -¡Que es muy poco, señora! -repuso el muchacho-.
 probabilidad con profunda convicción.   Los viernes también ... ¿Me permite?
 A las tres golpeaba en casa del doctor Arrizabalaga. Su   La seflora se echó a reír.
 idea era elemental: consultaría con cualquier mísero pretexto   -¡Qué apurado! Yo no sé ... Veamos qué dice Lidia.
 al abogado; y acaso la viera.   ¿Qué dices, Lidia?


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