Page 125 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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aspiré. María, que devoraba mi acto con los ojos, notó que los   -Si ustedes no le dan motivos, no. ¿Qué le han hecho?
 míoe se cubrían de lágrimas: jamás se ha visto ni verá  cosa más   -añadió dirigiéndose a mí.
 abominable. Deglutí, sin embargo, valeros�mente la nauseosa   -Nada, mamá  ... ¡Pero yo no quiero que me toque! -
 saliva.   objeté a mi vez.
 -¿Rico? -me preguntó María ansiosa, tendiendo la  En este momento entró nuestro tío.
 mano.          -¡Ah! Aquí está el buena pieza de tu Eduardo  ... ¡Te va
 -Rico -le contesté pasándole la horrible máquina.  a sacar canas este hijo, ya verás!
 María chupó, y con  más fuerza aún. Yo, que  la observaba  -Se quejan de que quieres pegarles.
 atentamente,  noté a mi vez sus lágrimas y el movimiento   -¿  Yo?-exclamó el padrastrillo midiéndome-. No lo
 simultáneo de labios, lengua y garganta, rechazando aquello.   !Íe pensado aún. Pero en cuanto me faltes al respeto  ...
 Su valor fue mayor que el mío.   -Y harás bien -asintió mamá.
 -Es rico -dijo con los ojos llorosos y haciendo casi un  �¡Yo no quiero que.ine toque! -repetí enfurruñado y
 puchero. Y se llevó heroicamente otra vez a la boca la varilla   roj�. ¡Él no es papá!
 de bronce.     -Pero  a  falta  de  tu  pobre  padre,  es tu  tío.  En  fin,
 Era inminente salvarla. El orgullo, sólo él, la precipitaba   ¡déjenme tranquila! -<:oncluyó, apartándonos.
 de nuevo a aquel infernal humo con gusto a sal de Chantaud   Solos en el patio, María y yo nos miramos con altivo
 el  mismo orgullo que me había hecho alabarle la nauseabund�   fuego en los ojos.
 fogata.        -¡Nadie me va a pegar a mí! -asenté.
 -¡Psht!  -dije  bruscamente,  prestando  oído-.  Me   �¡No  ... Ni a mí tampoco! -apoyó ella, por la cuenta
 parece el gargantilla del otro día  .... Debe de tener nido aquí...   que le iba.
 María se incorporó, dejando la pipa de lado; y con el oído   -iEs un zonzo!
 atento y los ojos escudriñantes, nos alejamos de allí, ansiosos   Y la inspiración vino bruscamente, y  como siempre, a mi
 aparentemente de ver  al  animalito,  pero en  verdad  asidos   hermana, con furibunda risa y marcha triunfal:
 como moribundos a aquel honorable pretexto de mi inven­  -¡Tío Alfonso  ... es un zonzo!  ¡Tío Alfonso  ...  es un
 ción, para retirarnos prudentemente del tabaco sin que nuestro   zonzo!
 orgullo sufriera.   Cuando un rato después tropecé con el padrastrillo, me
 Un mes más tarde volví a la pipa de caña, pero entonces   pareció, por su mirada, que nos había oído. Pero ya habíamos
 con muy distinto resultado.   planteado la historia del Cigarro Paleador, epíteto éste a la
 Por alguna que otra travesura nuestra,  el padrastrillo   mayor gloria de la mula Maud.
 habíanos levantado ya la voz mucho más duramente de lo que   El cigarro paleador consistió, en sus líneas elementales,
 podíamos permitirle mi hermana y yo. Nos quejamos a mamá.   en un cohete que rodeado de papel de fumar fue colocado en
 -¡Bah!,  o hagan  caso  -nos respondió  mamá,  sin   el atado de cigarrillos que tío Alfonso tenía siempre en su
 ,n
 oímos casi-. El es así.   velador, usando de ellos a la siesta.
 -¡Es que nos va a pagar un día! -gimoteó María.   Un extremo había sido cortado a fin de que el cigarro no

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