Page 124 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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aspiré. María, que devoraba mi acto con los ojos, notó que los -Si ustedes no le dan motivos, no. ¿Qué le han hecho?
míoe se cubrían de lágrimas: jamás se ha visto ni verá cosa más -añadió dirigiéndose a mí.
abominable. Deglutí, sin embargo, valeros�mente la nauseosa -Nada, mamá ... ¡Pero yo no quiero que me toque! -
saliva. objeté a mi vez.
-¿Rico? -me preguntó María ansiosa, tendiendo la En este momento entró nuestro tío.
mano. -¡Ah! Aquí está el buena pieza de tu Eduardo ... ¡Te va
-Rico -le contesté pasándole la horrible máquina. a sacar canas este hijo, ya verás!
María chupó, y con más fuerza aún. Yo, que la observaba -Se quejan de que quieres pegarles.
atentamente, noté a mi vez sus lágrimas y el movimiento -¿ Yo?-exclamó el padrastrillo midiéndome-. No lo
simultáneo de labios, lengua y garganta, rechazando aquello. !Íe pensado aún. Pero en cuanto me faltes al respeto ...
Su valor fue mayor que el mío. -Y harás bien -asintió mamá.
-Es rico -dijo con los ojos llorosos y haciendo casi un �¡Yo no quiero que.ine toque! -repetí enfurruñado y
puchero. Y se llevó heroicamente otra vez a la boca la varilla roj�. ¡Él no es papá!
de bronce. -Pero a falta de tu pobre padre, es tu tío. En fin,
Era inminente salvarla. El orgullo, sólo él, la precipitaba ¡déjenme tranquila! -<:oncluyó, apartándonos.
de nuevo a aquel infernal humo con gusto a sal de Chantaud Solos en el patio, María y yo nos miramos con altivo
el mismo orgullo que me había hecho alabarle la nauseabund� fuego en los ojos.
fogata. -¡Nadie me va a pegar a mí! -asenté.
-¡Psht! -dije bruscamente, prestando oído-. Me �¡No ... Ni a mí tampoco! -apoyó ella, por la cuenta
parece el gargantilla del otro día .... Debe de tener nido aquí... que le iba.
María se incorporó, dejando la pipa de lado; y con el oído -iEs un zonzo!
atento y los ojos escudriñantes, nos alejamos de allí, ansiosos Y la inspiración vino bruscamente, y como siempre, a mi
aparentemente de ver al animalito, pero en verdad asidos hermana, con furibunda risa y marcha triunfal:
como moribundos a aquel honorable pretexto de mi inven -¡Tío Alfonso ... es un zonzo! ¡Tío Alfonso ... es un
ción, para retirarnos prudentemente del tabaco sin que nuestro zonzo!
orgullo sufriera. Cuando un rato después tropecé con el padrastrillo, me
Un mes más tarde volví a la pipa de caña, pero entonces pareció, por su mirada, que nos había oído. Pero ya habíamos
con muy distinto resultado. planteado la historia del Cigarro Paleador, epíteto éste a la
Por alguna que otra travesura nuestra, el padrastrillo mayor gloria de la mula Maud.
habíanos levantado ya la voz mucho más duramente de lo que El cigarro paleador consistió, en sus líneas elementales,
podíamos permitirle mi hermana y yo. Nos quejamos a mamá. en un cohete que rodeado de papel de fumar fue colocado en
-¡Bah!, o hagan caso -nos respondió mamá, sin el atado de cigarrillos que tío Alfonso tenía siempre en su
,n
oímos casi-. El es así. velador, usando de ellos a la siesta.
-¡Es que nos va a pagar un día! -gimoteó María. Un extremo había sido cortado a fin de que el cigarro no
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