Page 123 - Cuentos de Amor locura y Muerte
P. 123

d los alrededores. Una hermana de mamá, que había tenido   secas  varas verticales, varas oblicuas, varas atravesadas, varas
 �
 viruela en su niñez, quedó al lado de Lucía.   dobl¡das hacia tierra. Las hojas secas, detenidas en su caída,
 Seguramente en los primeros días mamá pasó crueles   entretejían el macizo, que llenaba el aire de polvo y briznas al
 angustias por sus hijos que habían besado a la virolenta. Pero   menor contacto.
 en cambio nosotros, convertidos en furiosos robinsones  no   Aclaramos el secreto, sin embargo, y sentados con mi
 teníamos tiempo para acordarnos de nue�.tra tía. Hacía mu�ho   hermana en la sombáa guardia de algún rincón, bien juntos Y
 tiemp que la quinta dormía en su sombrío y húmedo sosiego.   mudos en la semioscuridad, gozamos horas enteras el orgullo de
 �
 NaranJos  blanquecinos  de diaspis;  duraznos  rajados  en la   no sentir miedo.
 horqueta;  membrillos  con  aspecto  de  mimbres;  higueras   Fue allí donde una tarde, avergonzados de nuestra poca
 rastreantes a fuerza de abandono, aquello daba, en su tupida  iniciativa, inventamos fumar. Mamá era viuda;  con nosotros
 _
 hoJarasca que ahogaba los pasos, fuerte sensación de paraíso   vivían  habitualmente dos hermanas suyas,  y en aquellos
 terrenal.   momentos un hermano, precisamente el que había venido con
 N sotros  o éramos precisamente Adán y Eva; pero sí   Lucía de Buenos Aires.
 �
 �
 los heroicos robmsones, arrastrados a nuestro destino por una   Éste, nuestro tío de veinte años, muy elegante y  presumido,
 gran desgracia de familia: la muerte de r.uestra tía, acaecida   habíase atribuido sobre nosotros dos cierta potestad que mamá,
 cuatro días después de comenzar nuestra �xploración.   con el disgusto actual y su falta de carácter, fomentaba.
 Pa ábamos el día entero huroneando por la quinta, bien   María  y yo, por lo pronto, profesábamos cordialísima
 �
 que las higueras, demasiado tupidas al pie, nos inquietaran un   antipatía al padrastrillo.
 poco.  El pozo  también suscitaba nuestras preocupaciones   -Te aseguro -decía él a mamá, señalándonos con el
 geográficas. Era éste un viejo pozo inconcluso, cuyos trabajos   mentón- que desearía vivir siempre contigo para vigilar a tus
 se habían detenido a los catorce metros sobre un fondo de   hijos. Te van a dar mucho trabajo.
 piedra, Y  que  desaparecía ahora entre  los  culantrillos y  doradillas   - ¡Déjalos! - respondía mamá, cansada  .
                                                   .
 d sus paredes. Era, sin embargo, menester explorarlo, y por   Nosotros no decíamos nada; pero nos mirábamos por
 �
 via de avanzada  logramos con infinitos esfuerzos llevar  hasta   encima del plato.
 su borde una  gran piedra. Como  el  pozo quedaba oculto tras un   A este severo personaje, pues, habíamos robado un  paquete
 macizo de cañas, nos fue permitida esta maniobra sin que   de cigarrillos; y aunque nos tentaba iniciamos súbitamen e  n la
                                                        � ;
 mam�  se  enterase.  No  obstante,  María,  cuya  inspiración   viril virtud,  esperamos el artefacto. Este artefacto constsha en
 poética  primó  siempre  en  nuestras  empresas,  obtuvo  que   una  pipa que  yo había  fabricado con un  trozo  de caña, por
 aplazáramos el fenómeno hasta que una gran lluvia, llenando   depósito; una varilla de cortina, por boquilla; y por cemento,
 a medias el pozo, nos proporcionara satisfacción artística a la   masilla de un vidrio recién colocado. La pipa era perfecta: grande,
 par que científica.   liviana y de varios colores. En nuestra madriguera d I caña eral ·
                                                    �
                                                          �
                                                      ,
 Pero lo que sobre todo atrajo nuestros asaltos diarios fue   cargárnosla María y  yo con religiosa y  firme unc10n. Cmco
 el cañaveral. Tardamos dos  semanas  enteras en explorar  como   cigarrillos  dejaron  su  tabaco  adentro,  y  entán � onos
                                                  �
 era  debido  aquel  diluviano  enredo  de yaras  verdes,  varas   entonces  coi�  las  rodillas  altas  encend1  la  pipa  Y
 120                               121
   118   119   120   121   122   123   124   125   126   127   128