Page 129 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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-¡Alfonso! -sonó de pronto la.voz de mamá en el respondiéndole Celia con tan pobre diplomacia, que mamá
patio.
tuvo enseguida la seguridad de una catástrofe.
-¿M,ercedes?-respondió aquél tras una brusca sa -¡Eduardo, mi hijo! -clamó arrancándose de las ma
cudida. nos de su hermana que pretendía sujetarla, y precipitándose a
Seguramente mamá presintió algo, porque su voz sonó la quinta.
de nuevo, alterada.
-¡Mercedes! ¡Te juro que no! ¡Ha salido!
-¿ Y Eduardo? _¿Dónde está? -agregó avanzando. ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¡Alfonso!
-¡Aquí, conmigo! -contestó riendo-. Ya hemos Alfonso corrió a su encuentro, deteniéndola al ver que se
hecho las paces. dirigía al pozo. Mamá no pensaba en nada concreto; pero al ver
el gesto horrorizado de su hermano, recordó entonces mi
Como de lejos mamá no podía ver su palidez ni la
ridícula mueca que él pretendía ser beatífica sonrisa, todo fue exclamación de una hora antes, y lanzó un espantoso alarido.
bien. -¡Ay! ¡Mi hijo! ¡Sehamatado! ¡Déjame,déjenme! ¡Mi
-¿No le pegaste, no? -insistió aún mamá. hijo, Alfonso! ¡Me lo has muerto!
-No. ¡Si fue una broma! Se llevaron a mamá sin sentido. No me había conmovido
Mamá entró de nuevo. ¡Bromai Broma comenzaba a ser en lo más mínimo la desesperación de mamá, puesto que yo
la mía para el padrastrillo. motivo de aquélla -estaba en verdad vivo y bien vivo,
Celia, mi tía mayor, que había ccncluido de dormir la jugando simplemente en mis ocho años con la emoción, a
manera de los grandes que usan de las sorpresas semitrágicas:
siesta, cruzó el patio, y Alfonso la llamó en silencio con la
mano. Momentos después Celia lanzaba un ¡oh! ahogado, ¡el gusto que va a tener cuando me vea!
llevándose las manos a la cabeza.
Entretando, gozaba yo íntimo deleite con el fracaso del
-¡Pero cómo! ¡Qué horror! ¡Pobre, pobre Mercedes! padrastrillo.
¡Qué golpe! -¡Hum ... ! ¡Pegarme! -rezongaba yo, aún bajo la
Era menester resolver algo antes que Mercedes se ente hojarasca. Levantándome entonces con cautela, sentéme en
rara. ¿Sacarme con vida aún ... ? El pozo tenía catorce metros cuclillas en mi cubil y recogí la famosa pipa bien guardada
sobre piedra vida. Talvez, quién sabe ... Pero para ello sería entre el follaje. Aquél era el momento de dedicar toda mi
preciso traer sogas, hombres; y Mercedes ... seriedad a agotar la pipa.
-¡Pobre, pobre madre! -repetía mi tía. El humo de aquel tabaco humedecido, seco, vuelto a
Justo es decir que para mí, el pequeño héroe, mártir de humedecer y resecar infinitas veces, tenía en aquel momento
un gusto a cumbarí, solución Coirre y sulfato de soda, mucho
su dignidad corporal, no hubo una sola lágrima. Mamá acapa
más ventajoso que la primera vez. Emprendí, sin embargo, la
raba todos los entusiasmos de aquel dolor, sacrificándole ellos
la remota probabilidad de vida que yo pudiera aún conservar tarea que sabía dura, con el ceño contraído y los dientes
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a ! lá abajo. Lo ual, hiriendo mi doble vanidad de muerto y de crispados sobre la boquilla.
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vivo, avivo m1 sed de venganza. Fumé, quiero creer que cuarta pipa. Sólo recuerdo que al
final el cañaveral se puso completamente azul y comenzó a
Media hora después mamá volvió a preguntar por mí,
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