Page 119 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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.  't"l  ue éste prolongara la suspen­
 la impresión --exacta por lo demás- de un escenario visto de   la boca de Benincasa. Fue  m:;a! los  globos  exhaustos;  tuvo
 día. De la bullente vida tropical, no hay a esa hora más que el   sión,  y  mucho  más que  rep
 teatro helado; ni un pájaro, ni un ruido casi. Benincasa volvía,   que resig'1arse.   ición  de la cabeza  en  alto  lo
                             .  d
                                 l
 cuando un sordo zumbido le llamó la atención. A diez metros   Entretanto, 1�  soste ; :Ji� e miel quieto y los oj os bien
                                          ,
 de  él,  en un  tronco hueco, diminutas  abejas  aureolaban  la   había maread? un poco.   .  e
                              d  ó de nuevo el monte  crepuscular.
 entrada del agujero. Se acercó con cautela, y vio en el fondo de   abiertos, Bemncasa consi  �an posturas por demás  oblicuas, y
 la abertura diez o doce bolas oscuras, del tamaño de un huevo.   Los árboles y el sue  lo toma   .  .
                       -· b  el vaivén del paisaJe.
 -Esto es miel -se dijo el contador público con íntima   su  cabeza  acompana  a   -pensó  el  contador-. y  lo
 gula-. Deben de ser bolsitas de cera, llenas de miel...   _:_Qué  curioso  mareo ...
 Pero entre  él,  Benincasa,  y  las  bolsitas,  estaban  las   peor es...   .   d  r  un  paso,  se  había  visto
 abejas. Después  de un momento de descanso, pensó  en el   Al  levantarse  e  mte :�: e  e: tronco. Sentía su cuerpo de
 fuego: levantaría una buena humareda. La suerte quiso que   obligado  a  caer de  nue_vo s   orno  si estuvieran inmensamente
 mientras el ladrón acercaba cautelosamente la hojarasca hú­  plomo, sobre todo l s pie ::�: nos le  hormigueaban .
                        �
                                                             .
 meda,  cuatro o cinco abejas se posaran en su mano, sin picarlo.   hinchadas. Y los pies   Y  muy raro! -se repitió  estúpi-
 Benincasa cogió una enseguida, y oprimiéndole el abdomen   -¡Es m� y raro,  � uy rar �; ñ
                                    i ar sin embargo  el motivo  de
 constató que no tenía aguijón. Su saliva, ya liviana, se clarificó   damente  Bem ncasa, s m.  esc � iera  ho migas ...  La  corrección
                                        r
 en melífica abundancia. ¡Maravillosos y buenos animalitos!   esa  rareza-.  Como  si  tu
 En un instante el contador desprendió las bolsitas de   -concluyó.  .  .
 cera, y alejándose un buen trecho para escapar al pegajoso   y de pronto la  resptraci  ón se le cOJ:té en seco, de espanto.
                                                 ,  ·Estoy envene­
 contacto de las abejas, se sentó en un raigón. De las doce bolas,   -¡Debe de ser la miel..!  ¡Es venenosa  .... 1
 siete  contenían polen. Pero las restantes estaban llenas  de   nado  Pd��ª0 �� :J: :���::e� A;�:� �!
                                                       e e
 miel, una miel oscura, de sombría transparencia, que Benincasa   �  a  un  segundo  esfu�rzo  i  º  r
 paladeó golosamente. Sabía distintamente a algo. ¿A qué? El   cabell� de  terror no  ha i  ueo  ubían hasta la cintura .
                        :
                                           s
                              � �J ::
 contador no pudo precisarlo. Acaso a resina de frutales o de   sensación  de  plomo   Y   e   r  g .  r allt  miserablemente solo,
                                d
 eucalipto. Y por igual motivo, tenía la densa miel un vago dejo   Durante  un  rato el horror. � mo i   hibió todo medio de de­
                                      ;
 áspero. ¡Mas qué perfume, en cambio!   lejos de su  madre  y sus  amigos,  e co
 Benincasa, una vez bien seguro de que sólo cinco bolsi­  fensa.   •   1
                                  , · De aquí a un rato voy a monr  ....
                          .
 tas  le  serían  útiles,  comenzó.  Su  idea  era  sencilla:  tener   -¡V oy a monr a  h  ora  ...  • 1
 t
 suspendido el panal gotean e sobre su boca. Pero como la miel   ¡Ya  no puedo  � over la m n
                                � �---�
 era espesa, tuvo que  agrandar el agujero, después de haber   En  su pámco cons a  mbargo que no tenía fiebre ni
                                            l
                              � � :�:
 permanecido medio minuto con la boca inútilmente abierta.   ardor de garganta,  y  e   .  o  ón  y  pu mones  conservaban  su
                    al  su  angustia caro  i
           .
 Entonces la miel asomó, adelgazándose en pesado hilo hasta   ntmo norm  ·   .   bº ó de forma.   1
                                        .
                                          ·Y no me van a encontrar  ....
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 la lengua del contador.   -¡Estoy paralítico,  es la par  áli  sis. 1
 Uno tras otro, los cinco panales se vaciaron así dentro de
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